Salvador Sostres - TODO IRÁ BIEN

Cuando fuimos los mejores

Salvador Sostres
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Entre ayer y hoy se cumple el vigésimo aniversario de los Pactos del Majestic, la última demostración de que cuando la Cataluña vertebrada y la España moderna se ponen de acuerdo, las dos conocen su mejor prosperidad y los intereses no están contrapuestos sino que resultan complementarios. Los Pactos del Majestic alumbraron la época de mayor progreso de nuestra era, el Estado realizó su -hasta entonces- mayor inversión en Cataluña, no hubo agresiones innecesarias y hasta José María Aznar hablaba catalán en la intimidad.

La mejor Cataluña y la mejor España fueron posibles unidas y al mismo tiempo, desarrollando juntas sus mejores potencialidades, sin agravios y haciendo de la complicidad y de la buena voluntad su higiene, su educación y su libertad.

Los que desde la izquierda criticaron y criminalizaron este pacto, Esquerra en Cataluña y el PSOE en el conjunto del Estado, crearon un gran malestar en los dos lados y lastimaron con su demagogia infame una convivencia que empezaba a ser ejemplar. Esquerra acusó a CiU de vendida y hasta de anticatalana, creando el mito del Aznar franquista y enemigo de Cataluña. El PSOE mojó todo el pan que pudo en esta salsa. «Si tú no vas, ellos vuelven», decían los ya populistas eslóganes socialistas de aquellos años.

Pero lo cierto es que el presidente Aznar jamás censuró ni cuestionó el autogobierno catalán, ni llevó nada al Tribunal Constitucional; ni hizo ningún comentario -ninguno en sus ocho años como presidente- sobre la inmersión lingüística. A diferencia de los socialistas que vinieron a continuación, cumplió todos sus pactos, y si Convergència no obtuvo más, fue porque no lo pidió.

Con José Luis Rodríguez Zapatero, Pascual Maragall y Josep Lluis Carod Rovira, que tenían que venir a salvarnos, conocimos el circo de la reforma estatutaria, el incumplimiento más flagrante de cada promesa; y el «buen rollo» frívolo e irresponsable, como ocurre siempre con la izquierda, condujo al caos y al despilfarro.

Lo que los Pactos del Majestic demostraron es que el problema no es Cataluña, ni España; que la solidaridad territorial no está reñida con las inversiones necesarias; y que lo que recibe Cataluña no va en detrimento de la atención que se presta a las demás comunidades, sino que sirve para generar una riqueza de la que luego se benefician el conjunto de los españoles.

Los Pactos del Majestic fueron unos pactos inteligentes y hoy la inteligencia, sobre todo en la clase política catalana, anda escasa; fueron unos pactos basados en las ganas de prosperar, y hoy en España hay una izquierda que sencillamente no entiende los mecanismos de creación de riqueza; y Cataluña naufraga en una terrible pereza intelectual que da por ganadas las batallas que ni ha empezado a disputar, y sólo hace que acumular frustraciones y derrotas.

Ni hay nada más inteligente que trabajar juntos, y trabajar bien; ni nada más estúpido que la suficiencia de los que se creen los más listos cuando los hechos no hacen más que desmentirlo, y del modo más descarnado.

Si aquella Cataluña y aquella España fueron posibles hace 20 años, tienen que poderlo ser ahora, y sólo faltan la valentía y la audacia que entonces hubo en las dos partes. No es cierto que sea imposible, es absurdo pensar que los vínculos están rotos por algunos malos o malísimos años. Un país no puede quedar reducido a la limitación intelectual de los que claman que no hay soluciones simplemente porque son incapaces de imaginarlas.

Los Pactos del Majestic demuestran, también, que la alternativa al entendimiento que venden los charlatanes de pócimas milagreras no tiene otro destino que varar en el más estéril de los fracasos.

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