Cuatro yihadistas detenidos
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Uno de los yihadistas detenidos en Ceuta ametralló en 2007 a una patrulla

Farid Mohammed, arrestado el sábado en la «operación Chacal», tiene antecedentes por uso de armas de fuego

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Farid Mohammed Al Lal, uno de los cuatro yihadistas detenidos por la Policía Nacional el pasado sábado en Ceuta, contaba con tres antecedentes por uso y tenencia ilícita de armas de fuego y lesiones. Los investigadores creen que pudo iniciar su proceso de radicalización hacia el integrismo salafista durante su breve estancia en prisión, adoctrinado por otros reclusos. Los detenidos en la operación Chacal serán puestos este lunes a disposición del magistrado Pablo Ruz.

Sin duda, antes del operativo del sábado, Mohammed Al Lal ya era un viejo conocido de la Policía por su gatillo fácil. En 2007, cuando tenía 31 años, llegó a efectuar con una metralleta más de 20 disparos contra los integrantes de una patrulla que realizaban una actuación policial en el barrio de El Príncipe, de Ceuta, donde tiene fijada su residencia.

No debió permanecer mucho tiempo entre rejas, porque el 29 de diciembre de 2010 fue nuevamente detenido por las Fuerzas de Seguridad del Estado. El arresto se practicaba 48 horas después de que Farid Mohammed tiroteara en las piernas a dos personas, en la misma barriada. El móvil, al parecer, fue la venganza. Allí, en El Príncipe, desde hace años este individuo tiene atemorizado a los vecinos por sus innumerables altercados y reyertas.

En el momento de la detención de 2010, Farid Mohammed llevaba una pistola y munición oculta en el cinturón y opuso fuerte resistencia. Hasta el punto de que los agentes tuvieron entonces que emplearse a fondo e incluso realizar varios disparos al aire con fines intimidatorios.

Los hechos demuestran que ya entonces se desenvolvía bien en el mercado negro para adquirir armas. Sorprende que se encontrara en libertad. En cualquier caso, es más que probable que el delincuente Farid comenzara su proceso de radicalización islamista en algunas de sus breves estancias en prisión, adoctrinado por reclusos que cumplían condena por actividades relacionadas con la práctica de la yihad.

En los últimos años, numerosos centros penitenciarios se habían convertido en lugares de adoctrinamiento . De tal forma que individuos procedentes en su mayor parte de países musulmanes que entraban por delitos comunes, salían, una vez cumplida su condena, dispuestos a integrar células terroristas. De ahí que el Gobierno pusiera en marcha un plan contra esta radicalización en las cárceles dirigido a aislar a los potenciales adoctrinadores del resto de la población susceptible de atender sus discursos salafistas.

Nexo yihad-delincuencia

El caso de Farid Mohammed Al Lal demuestra, también, la creciente vinculación entre redes yihadistas y la delincuencia común e incluso el crimen organizado. Entre otros motivos, porque estas células buscan en el tráfico de droga una fuente de financiación, y compran armas en el mercado negro. Ante esta realidad, el Gobierno aprobó el pasado mes de octubre la creación del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).

En este contexto, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, manifestó ayer que la sociedad «debe acostumbrarse a vivir con cierto riesgo» ante el terrorismo, pero «a un nivel que sea asumible y compatible con la seguridad y libertad». En este sentido, advirtió de que no se «debe bajar la guardia» porque «toda la comunidad occidental, en concreto toda la Unión Europea, está sometida a la amenazas de las filiales de Al Qaida». En su opinión, «quien diga que existe el riesgo 0 y la seguridad al 100 por cien está faltando a la verdad». Asimismo, reiteró que pese a los atentados de Francia, España «se mantiene en la misma dinámica de siempre» y «no tiene riesgo adicional». Así las cosas, «no hay motivos de alarma ni para la dejadez» como acredita la operación de Ceuta. na con la detención de cuatro yihadistas en Ceuta.

Durante la jornada de ayer, agentes de la Comisaría General de Información siguieron con los interrogatorios a los cuatro yihadistas, todos de nacionalidad española y origen marroquí. Tratan de averiguar si ya tenían un objetivo concreto para atentar, y si habían puesto fecha para ejecutarlo. Los investigadores analizan, además, la documentación incautada.

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