Grandes inversores amenazan con bloquear la venta de Novo Banco a Lone Star

Suman casi 3.000 millones de euros y rechazan la exigencia de intercambiar sus títulos de deuda por dinero para «beneficiar» al fondo estadounidense

Un hombre camina junto a una sucursal de Novo Banco en Lisboa (Portugal) EFE

FRANCISCO CHACÓN

La venta de Novo Banco al fondo estadounidense Lone Star se ha convertido en un proceso largo y plagado de espinas. La entidad resultante de la liquidación y posterior saneamiento del extinto Espírito Santo, que cayó en bancarrota hace ahora tres años, no termina de remontar en su nueva etapa y el cambio de manos se complica debido al bloqueo de un grupo de grandes inversores.

Se trata de un conjunto con acusada influencia, pues entre todos concentran casi 3.000 millones de euros y representan más del 30% de las obligaciones de la firma. Resulta que la condición previa para que se cierre la adquisición de Novo Banco por 1.000 millones de euros es que los empresarios abdiquen de sus títulos de deuda y acepten canjearlos por dinero, con el objetivo de que Lone Star pueda obtener 500 millones de euros adicionales y ganar liquidez extra, uno de los talones de Aquiles en esta operación.

Por tanto, los citados inversores se muestran en desacuerdo con los fundamentos legales que rigen la venta y, sobre todo, se niegan a transigir con desprenderse de sus obligaciones a la fuerza, tal cual les propuso la dirección el pasado 24 de julio.

Tienen de plazo hasta el 2 de octubre para acatar estos términos, pero no lo ven nada claro . Nada extraño entonces que los inversores hayan solicitado una reunión urgente con los administradores de Novo Banco y amenacen con bloquear todo el proceso.

Esta decisión solo podría tomarse con una mayoría del 75% de la masa accionarial, como mínimo, pero ellos sobrepasan ese 25% restante y, en consecuencia, su negativa genera preocupación en Lone Star. Los inversores en rebeldía subrayan que el condicionante al que se oponen es «oportunista» y fue creado «solo para beneficiar a Lone Star».

75%

El fondo norteamericano resultó elegido, con el beneplácito del Banco de Portugal, para hacerse con el 75% de la entidad, mientras que el Estado del país vecino mantendría el 25% restante a través del denominado Fondo de Resolución.

El compromiso de Lone Star se centra en inyectar 1.000 millones de euros cuando el negocio se concrete y otros 250 antes de 2020. Ahora, sin embargo, todo queda en el aire hasta que se solucione el nuevo conflicto.

La alternativa que ofrece el grupo de la discordia se resume en que, si se atienden sus demandas, sus componentes apoyarían definitivamente a los estadounidenses y estarían dispuestos a quedarse como accionistas minoritarios. Así, la polémica vuelve a poner en el ojo del huracán a Novo Banco, como viene sucediendo desde la quiebra del Espírito Santo en agosto de 2014.

El Estado luso se vio obligado a poner sobre la mesa 4.900 millones de euros para evitar el colapso de todo el sistema financiero al otro lado de la frontera. Esta circunstancia implica que la venta a Lone Star se halla muy por debajo de esta cantidad.

«La rúbrica del contrato permite cumplir el plazo de venta fijado en los compromisos asumidos por el Estado junto con la Comisión Europea», aseguró en su momento Carlos Costa, gobernador del Banco de Portugal.

Polémica

La adquisición por parte de Lone Star vive marcada por la controversia desde el primer momento. Por ejemplo, el descontento de los dos socios radicales del Gobierno socialista, los comunistas y el Bloco de Esquerda (coalición próxima a Podemos) , lleva manifestándose desde el pasado 27 de marzo, cuando se anunció que faltaban únicamente unos flecos para que el negocio se convirtiese en realidad. Incluso amenazaron con bloquear todo vía iniciativas parlamentarias o tomándose la revancha en otros asuntos que el PS quisiera sacar adelante.

Hasta el propio Banco de Portugal ha quedado en entredicho, aunque tratara de salvar ls muebles con declaraciones tipo: «Esto es un paso más en la estabilización del sector bancario nacional, para la cual es beneficiosa la diversificación de fuentes de financiación impulsada por la entrada de nuevos inversores. Este desarrollo permite también reforzar la credibilidad del sector gracias a este desenlace exitoso en un proceso de venta transparente, abierto y de alcance internacional a través del correspondiente concurso».

Las alarmas comenzaron a saltar cuando Novo Banco debutó con unas pérdidas de 468 millones de euros y su índice de solvencia financiera cayó estrepitosamente del 10,3% al 0,6% .

Llegó a temerse entonces incluso un desplome, solo varios meses después del agujero descubierto en Espírito Santo cuando se encontraba al frente Ricardo Salgado. De hecho, la investigación judicial aún no ha terminado, tal es la dimensión de las irregularidades que salieron a la luz, llenas de incógnitas y enigmas sobre su conexión con el poder político.

La diputada del Bloco de Esquerda Mariana Mortágua ya avisó con estas palabras: «Ya sabemos que se trata de una decisión mala para los contribuyentes». Y agregó: «El Gobierno no debería vender Novo Banco ni ahora ni nunca. Si hay una separación entre activos buenos y malos, que sea imputada a los accionistas. Pero no podemos continuar limpiando bancos para entregarlos a manos privadas».

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