Nuno Amado, presidente de Millennium BCP
Nuno Amado, presidente de Millennium BCP - EFE

El gigante asiático toma Portugal

La entrada del fondo Fosun en el primer banco luso es el último caso de la ofensiva china en el país

Corresponsal en Lisboa Actualizado: Guardar
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La entrada del gigante chino Fosun en Millennium BCP con el 16,7% del capital pone de relieve la fuerte apuesta del todopoderoso país asiático por nuestros vecinos ibéricos.

Después de desembolsar 175 millones de euros para convertirse en el principal accionista del banco portugués, el fondo de inversiones de Shangái planea llegar en el medio plazo hasta el 23% y más adelante al 30%. Eso sí, con la condición de que el Consejo de Administración de la entidad presidida por Nuno Amado desbloquee el tope del 20% para la toma de decisiones, exactamente la misma limitación que tuvo que vencer Caixabank en su asalto al también lisboeta BPI.

De China procede igualmente una de las propuestas más serias para comprar Novo Banco, la firma que relevó al Espirito Santo después de su quiebra.

Se trata de Minsheng Financial, otro conglomerado de alto nivel que se propone quedarse con el 50% de la entidad portuguesa y dispersar el resto del paquete accionarial. Este proceso aún debe prolongarse varios meses, pues el Gobierno socialista no desea precipitarse y se ha dado de plazo hasta el próximo verano para cerrar esta operación crucial para la economía del otro lado de la frontera.

No sólo la banca

Pero la ofensiva china no se circunscribe únicamente al sector bancario, ni mucho menos. Todos los sectores se encuentran en el punto de mira, pues Beijing, Hong-Kong y Shangái se apoyan en el trampolín portugués, necesitado de liquidez y solvencia financiera, para escenificar su abordaje al continente europeo.

La avalancha de inversiones con ese origen es tal que dos periodistas especializadas, Isabel Vicente y Anabela Campos, acaban de publicar «Negocios de China», un libro que analiza el por qué de este fenómeno, refrendado por la reciente visita del primer ministro portugués, António Costa, a tierras de este miembro preferente del Consejo de Seguridad de la ONU.

«¿Es indiferente que empresas estratégicas y relevantes sean controladas por capital extranjero? ¿Resulta contraproducente que el sector eléctrico portugués haya pasado a manos del Estado chino? ¿Quién gana con esta oleada de ventas?», se preguntan las autoras antes de declarar a ABC: «La entrada de los inversores chinos fue fruto de las circunstancias, pues el país estaba bajo el control de la troika, había presión para privatizar y los empresarios portugueses estaban endeudados».

«El Gobierno de António Costa mantiene el interés en alimentar esta relación fructífera [iniciada por Passos Coelho] en términos de atracción de inversiones extranjeras. Los chinos fueron los que más adquirieron porque fueron los que más pagaron y, además, no había tantos interesados en comprar en Portugal».

El caso es que Fosun, propietario de la división de seguros de Caixa Geral de Depósitos, se embarca en Millennium BCP para prolongar la alta rentabilidad que obtuvo hace dos años en Portugal: 1.000 millones de euros. De acuerdo con un informe de Baker & McKenzie, el país vecino se convirtió en 2014 en el cuarto (tras Reino Unido, Italia y Holanda) donde más dinero inyecta China: 1.800 millones de euros en ese año y un total de 7.500 millones desde que arrancó el siglo XXI.

Primer «pelotazo»

El primer «pelotazo» se produjo cinco años atrás: Three Gorges Corporation puso sobre la mesa 2.963 millones para hacerse con el 21,35% de Energías de Portugal (EDP). Otro consorcio chino, State Grid, se apoderó del 25% de Rede Energética Natural (REN) y Beijing Enterprises Water Group pagó 95 millones de euros por Veolia, especializada en el abastecimiento de agua.

De hecho, dos gigantes bancarios de Shangái han abierto sede en Lisboa: Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) y Bank of China.

Una «invasión» con apoyo institucional

El presidente chino, Xi Jinping, alienta la inversión de las empresas de su país en Portugal, tal como le dijo personalmente al primer ministro luso, António Costa, en octubre. Objetivo: diversificar aún más los sectores que recibirán el maná económico del gigante asiático. Esto quiere decir que a las finanzas, la energía y los seguros se sumarán la atención médica, las infraestructuras o la agricultura. Captar más y más turistas chinos constituye otra de las metas que persigue Lisboa.

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