Andrea Pirlo
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Entrevista ABC: «Hay Pirlo para rato»

El futbolista italiano, uno de los mejores de la historia, repasa su dilatada carrera cuando están a punto de cumplirse veinte años de su debut

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A veinte kilómetros de la bucólica «Piazza Castello», el kilómetro cero de Turín, en la localidad de Vinovo emerge el Parque Natural de Stupinigi, de sangre azul, frondoso verde y robles centenarios. Allí, donde la Casa de Saboya pasaba sus retiros estivales en la primera mitad del siglo XVII, alejado del ruido mediático y del frenesí de los «tifosi», se esconde el Juventus Center, la majestuosa Ciudad Deportiva del conjunto turinés, absoluto dominador del fútbol italiano en el último lustro. Gran parte de la culpa del monopolio «bianconero» en el Calcio la tiene nuestro protagonista, Andrea Pirlo (Flero, 19 de mayo de 1979), quizás el mejor jugador de la historia de Italia, con permiso de su ídolo Roberto Baggio.

El «21» nos recibe con un fuerte apretón de manos, acompañado de un guiño y un cariñoso «benvenuti», pero sin perder la sobriedad. Los focos no son lo suyo. A lo largo de un año, sus entrevistas se cuentan con los dedos de una mano. A él le gusta hablar en el campo, donde lleva veinte años haciendo del fútbol un idilio con el arte. Y lo que le queda: «Hay Pirlo para rato»

-¿Cuándo le dio su primera patada a un balón?

-Era muy pequeño. La pasión por el fútbol me la inculcó mi hermano, tres años mayor que yo. Estaba a todas horas jugando. Ahí comenzó mi amor hacia este deporte.

-¿Quién era su ídolo?

-Roberto Baggio. Me encantaba ver a un futbolista italiano jugar tan bien al fútbol. También Matthaus. Yo era aficionado del Inter y en aquella época Lothar era el líder. Me identificaba mucho con los grandes números «10» de la Serie A: Platini, Zola, Mancini... Eran sinónimo de divertimento.

«Mis ídolos eran Baggio y Mathaus. Siempre tuve predilección por los '1o' del Calcio»

-El 21 de mayo de 1995 debuta en la Serie A, en un Reggiana-Brescia. Tenía solo 16 años y dos días de vida...

-Sí, quizá fui un talento precoz. Recuerdo que con 15 años me fui a hacer la pretemporada con el Brescia, por lo que tuvieron que pedir una autorización especial. Por entonces, hasta los 16 no se podía jugar de manera profesional. Debutar tan joven no es fácil, ni lo hace cualquiera. Estaré eternamente agradecido al Brescia por confiar en un chaval aún en edad escolar.

-Dos décadas después, son ellos los que tienen que darle las gracias.

-Solo intento echar una mano en una situación límite. Es verdad que el Brescia está pasando por graves problemas económicos, pero estoy convencido de que saldrá adelante. Yo he puesto mi granito de arena intentando aglutinar inversores que salven a la entidad y apuesten por un proyecto de futuro. Estoy convencido de que así será.

-En 1998 fichó por el Inter. Tres años después, sin apenas protagonismo, mantuvo las rayas negras, pero cambió las azules por las rojas. Moratti aún se tira de los pelos: «Dejar marchar a Pirlo fue el mayor error como presidente».

-Llegué muy joven, con 18 años y en una época convulsa con muchos cambios de entrenador. Además, en mi puesto había gente del nivel de Baggio o Djorkaeff. Apenas tenía continuidad. Eso sí, la experiencia fue imborrable. Tuve la oportunidad de jugar en el mismo equipo que lo hacía el futbolista al que siempre admiré. Un sueño que difícilmente se hace realidad. Me siento un privilegiado por ello.

- Y llega 2001, el año en que Pirlo comenzó a ser Pirlo.

-Tuve la inmensa fortuna de encontrarme en el Milán con Ancelotti. Supuso un antes y un después en mi trayectoria. Dejé de jugar de media punta para hacerlo de organizador. Ahí empezó mi verdadera carrera.

-¿Cuánto le debe a Ancelotti?

-Mucho. Es mi padre futbolístico. Él me hizo llegar a la cima de este deporte. Es una de las mejores personas que me he encontrado en el fútbol y, encima, un entrenador fantástico.

«Mi verdadera carrera empezó con Ancelotti, mi padre futbolístico»

-De la mano de ambos llegó el gran Milán del siglo XXI.

-Fue una etapa llena de éxitos. Éramos un equipo de futbolistas jóvenes, lleno de talento y con mucha hambre de títulos. Todo era mágico. Y, además, fuera del campo forjamos buenas amistades, como con Nesta o Gattuso. Gennaro es todo corazón. Un ser humano muy especial que hacía mucho bien al grupo. Uno de mis mejores amigos.

-¿Es consciente de lo que su rol en el Milán aportó al fútbol italiano?

-Sí. Hasta que Ancelotti me hizo jugar por delante de la defensa, ese puesto en Italia solo lo ocupaban futbolistas de corte defensivo con la misma idea: destruir antes que construir. Fue empezar a jugar yo de pivote y a producirse un cambio de tendencia. Se demostró que se podía ganar jugando bien al fútbol. Me enorgullece haber inculcado el «jogo bonito» en Italia.

-¿Cuál de las dos Champions que logró recuerda con más cariño?

-La primera. Fue en un derbi y por penaltis. A mayor emoción, mayor felicidad. En el fútbol y en la vida.

-Donde no hubo sonrisas fue en Estambul, el 25 de mayo de 2005, en una final de Champions surrealista.

-Aquella noche aprendí que el destino en el fútbol es muy caprichoso. No solo nos remontaron un 3-0 en siete minutos, sino que Dudek paró con los ojos cerrados un trallazo de Shevchenko en el área pequeña. Hay señales contra las que no se puede luchar. Tras aquel partido me dieron ganas de dejar el fútbol. Pero, afortunadamente, dos años después, este bendito deporte nos devolvió en Atenas lo que nos quitó en Estambul. Ganar mi segunda Champions al Liverpool fue especial.

-Tras la Copa de Europa y el Mundial de Clubes de 2007, su Milán ya nunca fue el mismo. Y usted estaba ávido de títulos. Llegó 2011 y la Juventus llamó a su puerta.

-Tras una década en el Milán necesitaba un cambio de aires. Mi carrera me pedía nuevos estímulos. Había algo dentro de mí que no funcionaba. No tenía buenas sensaciones. El Milán pasaba por años malos y el cuerpo me pedía volver a ganar, estar en un equipo con aspiraciones a todo. Y apareció la Juventus. Fue lo mejor que me pudo pasar. Hemos ganado el Scudetto los últimos tres años y esta temporada vamos camino de hacerlo por cuarta vez de manera consecutiva.

«Tras la final contra el Liverpool de 2005 me dieron ganas de dejar el fútbol»

-De su salida del Milán se dice que Allegri, su actual entrenador, tuvo mucho que ver.

-Mentira. Ni Allegri ni ninguna otra persona del Milán fueron responsables de mi marcha. Fue una elección mía. Necesitaba salir para demostrarme a mí mismo, y al aficionado, que seguía siendo válido para el fútbol.

-¿Debió Llorente ir al Mundial?

-Sin duda. Me pareció muy injusto que no estuviera en Brasil. Hizo bastantes más méritos, y goles, que otros delanteros que sí que fueron.

-¿Cómo valora la primera temporada de Morata en Italia?

-Tuvo problemas para adaptarse, pero tras las vacaciones ha subido el nivel, está marcando goles y demostrando lo buen futbolista que es.

-¿Pogba es el futuro de la Juventus?

-Lo tiene todo: físico, técnica y gol. Es perfecto. Puede marcar una época.

-¿Por qué en Europa no acaban de funcionar?

-No es sencillo. En la Champions influyen muchos factores: la suerte, el físico adecuado en el momento oportuno, los cruces... Por eso es tan complicado ganar una Copa de Europa. La eliminatoria contra el Borussia nos dirá de qué pasta estamos hechos.

-Si pasan, quizás en el bombo de cuartos haya equipos españoles esperándolos, como el vigente campeón.

-Al Madrid solo me gustaría verlo en la final. No quiero cruzarme con ellos.

«Mi retirada está aún muy lejana. Hay Pirlo para rato»

-¿Le quedan muchas Champions por disputar?

-Por supuesto. Hay Pirlo para rato. Me quedan aún unos cuantos años de fútbol. Tengo más entusiasmo que cuando tenía 15 años. Soy muy feliz yendo a entrenarme, como si fuera el primer día. Cuando un día me levante y eso no suceda, me retiraré. Pero ese momento todavía está muy lejos.

-Hasta ha vuelto a ir con Italia tras anunciar que lo dejaba...

-Me llamó Antonio Conte y me preguntó si estaba dispuesto a echar una mano a mi país ante la Eurocopa 2016. Y me convenció.

-No es para menos. Italia le ha dado la mayor alegría de su carrera.

-Era un generación irrepetible y el Mundial 2006 fue nuestro momento.

-¿La prórroga contra Alemania pueden ser los treinta minutos más bellos de la historia de su selección?

-Sí. Le ganamos la semifinal de un Mundial al anfitrión, gran favorito, en Dortmund, con 70.000 alemanes en las gradas y con dos goles en los últimos minutos de una prórroga única. Aquello fue una proeza descomunal.

El Balón de Oro de Kaká en 2007 no se lo pasé yo. Lo ganó él justamente»

-En cambio, la final de la Eurocopa 2012 no le fue tan bien.

-Pues mire, esa no la recuerdo (risas). Llegamos muy cansados a aquel partido, pero no es excusa. España fue un ciclón y ganó el título a lo grande.

-¿El Balón de Oro de Kaká en 2007 se lo pasó usted?

-No. Lo ganó justamente. El Balón de Oro siempre se lo llevará un jugador que haga goles, que marque la diferencia, como en su día Kaká, o ahora Cristiano y Messi. Si Xavi o Iniesta no han ganado un Balón de Oro, no creo que tampoco yo me lo merezca.

-Creo que tiene un récord a tiro que le hace especial ilusión...

-Llevo 25 goles de tiro libre en la Serie A. Mihajlovic me gana por tres, tiene 28. Espero superarlo. Marcar un tanto de falta es especial. Aprendí viendo a Juninho Pernambucano, para mí el número uno. Si tuviera que elegir un solo gol de mi carrera, me quedaría con el libre directo ante México en la Copa Confederaciones de Brasil.

-¿Por qué juega con el «21»?

-Es el día que debuté y el día que nació mi padre. Siempre me dio suerte.

-Que se lo veamos muchos años más.

-Estoy convencido de que así será.

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