Por el buen camino

Almería, Mallorca, Mirandés, Getafe…nombres sonoros de clásicos equipos del fútbol de élite español, que nos esperan ya a la vuelta de la esquina, al efímero revés de una hoja de calendario. Un mes justo separa al cadismo del reencuentro con una categoría que nunca debió abandonar.

Una ciudad como Cádiz, que trashuma fútbol por sus poros, que lleva este bendito deporte casi arraigado en sus entrañas, que se vuelca con el equipo de su tierra de esa manera tan jovial, tan alegre, tan masiva y tan entregada, necesitaba ya saborear de nuevo las plateadas mieles de la Segunda División. Y que lo sea por mucho tiempo, ya que al oro de la Primera sólo lo otorgará, en su momento, el camino pausado y responsable de las cosas bien hechas, sin prisas ni precipitaciones.

Pero que nunca más caigamos en las aniquiladoras fauces de la Segunda B, de las que hemos logrado escapar en el último toque de campana, cuando ya estábamos a punto de ser devorados definitivamente por ella. Cinco descensos de categoría, en menos de veinte años, constituyen un castigo más que suficiente para una afición que nunca, ni en los momentos más dramáticos y desesperados, ha abandonado a su equipo.

El objetivo de esta temporada no debería ser otro que el mero disfrute del retorno al fútbol profesional, de volver a competir con conjuntos grandes e históricos, de volver a salir en televisión, de aparecer de nuevo en las quinielas, de que, cada quince días, el Carranza se convierta en un templo desbordado de pasión y de alegría.

Para que todo ello sea posible se habrá de configurar una plantilla sólida, competitiva, desprovista de la carga de las grandes exigencias pero con el suficiente nivel para enganchara a la afición y para no pasar apuros en este estreno de categoría.

En este sentido, las recientes noticias de la permanencia en el plantel de Aridane y Álvaro, constituyen dos nuevas que anuncian que la planificación de este proyecto parece haber comenzado por el sendero adecuado.