Corrupción

La «cosa nostra» del deporte

Los nuevos nombres que asoman a la dirección en el fútbol y el atletismo presentan incertidumbres para garantizar el fin de la corrupción

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La imagen es ésta. En una sala de congresos de Copenhague, Barack Obama diserta con su verbo fluido y trata de convencer de las bondades de Chicago como sede olímpica a una pléyade de orondos desconocidos que atiende al primer líder mundial como quien escucha a un universitario en busca de una oportunidad. Y lo mismo cuatro años más tarde. El entonces Príncipe de Asturias, hoy Rey de España, expone las virtudes de Madrid como depositaria de la confianza de las gentes del deporte para recibir un sueño olímpico que no se consumó. Esta misma reproducción vale para cualquier jefe de Estado que trate de inmiscuirse en las cuitas del deporte. Se encontrará con estructuras supranacionales que han navegado durante décadas por encima de cualquier ley, norma o decreto de cualquier país.

Así funcionaba la FIFA, como un estado soberano, hasta que una fiscal estadounidense que peleó por los derechos sociales de los afroamericanos, Loretta Lynch, decidió meter la uña y rascar. Salió a la luz el escándalo de 2015, la corrupción del organismo que dirige el fútbol y que ha sido decapitado. Directivos que saquearon la caja a base de contratos fantasmas y derechos de televisión En el atletismo ha pasado tres cuartos de lo mismo, con un añadido propio: mordidas a cambio de silenciar casos de dopaje. Un rastro putrefacto que ha perseguido la justicia francesa y que ha despedido al presidente de la Federación Internacional. Llegan ahora los relevos, aspirantes o presidentes que han conocido el paño. Un futuro incierto se cierne sobre estos sucedáneos de cosa nostra, enormes moles de burocracia y poder que se creyeron inmunes a todo.

El léxico deportivo ha evolucionado este año. Durante el último tramo de 2015, han circulado por el fútbol otro tipo de construcciones gramaticales: órdenes de arresto en vez de fichas del partido, carrusel de extradiciones en vez del mercado de fichajes, investigaciones de los jueces en vez tácticas 4-4-2 e intervención del FBI en vez de la semanal polémica por un arbitraje.

La FIFA, el ente supranacional, ha sido descabezado en uno de los mayores escándalos conocidos en el deporte. Puede estar a la altura del positivo de Ben Johnson por estanozolol, el anabolizante que engendraba los músculos del atleta y que terminó con la inocencia entre los seguidores del deporte.

Suspendido ocho años

Al impulso de la iniciativa de la fiscal americana, han sido arrestados prebostes de la FIFA en un hotel de lujo de Suiza. Y el fiscal helvético ha iniciado una investigación contra Joseph Blatter, el octogenario presidente de la FIFA. A consecuencia de todo ello, el departamento de asuntos internos de la casa madre del fútbol ha decretado la suspensión de ocho años para Blatter y su presunto delfín, Michel Platini, presidente de la UEFA, por una transacción sospechosa de 1,8 millones de euros de trabajos sin justificar, calificada como «pago desleal».

Las televisiones recuerdan a diario las palabras proféticas de Ángel Villar, el inoxidable dirigente español, que dijo a viva voz «La FIFA está limpia», «Vosotros, mis compañeros que estáis ahí, sois gente honesta y trabajadora».

No piensa lo mismo la fiscal norteamericana. La mecha que encendió las pesquisas fue la asignación de los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022. Y el dato es estremecedor: 17 de los 24 ejecutivos que votaron han sido eliminados, suspendidos o acosados por la justicia.

Cinco candidatos se postulan ahora para acceder a la poltrona de la FIFA. Las apuestas señalan favoritos al jeque Salman de Bahréin y al secretario general de la UEFA, Gianni Infantino. Uno, influyente mandamás de la Confederación Asiática. Otro, mano derecha de Platini. Futuro incierto respecto a la limpieza.

El dopaje está detrás del conflicto en la Federación Internacional de Atletismo (IAAF). Salvo en el fútbol, casi siempre hay un caso de trampa en los laboratorios en los deportes minoritarios. Desde que se supo en las bambalinas del atletismo que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) preparaba un informe sobre las múltiples ramificaciones del dopaje de estado en Rusia, los acontecimientos se sucedieron.

Mordidas por el dopaje

El presidente de la IAAF, Lamine Diack, fue desalojado de la poltrona por una acusación sin precedentes: recibía sobresueldos por esconder los positivos de los atletas rusos. El juez anticorrupción de París, Renuad van Ruymbeke, le ha imputado por un delito de blanqueo de dinero y corrupción. Le acusa de haberse embolsado más de un millón de euros de origen fraudulento por tapar positivos de atletas rusos y por haber extorsionado a alguno de ellos con el dopaje como mar de fondo. Llevaba dieciséis años al frente de la IAAF, desde 1999 a 2015, y había cumplido ochenta años.

Como le sucede a un sector de la clase dirigente del deporte en las grandes federaciones internacionales, Diack había impulsado el futuro de sus hijos en este mundillo. Dos de los vástagos del expresidente también han sido investigados por la justicia francesa. Ambos fueron expedientados por la comisión de ética de la IAAF. Diack, que también era miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), tuvo que pagar una fianza de 500.000 euros para entrar en su nuevo estado judicial, libertad provisional. Las pesquisas han descubierto que Diack financió a políticos en su país, Senegal, con el dinero de los rusos.

A Diack lo ha sustituido un mito del atletismo, el exmediofondista Sebastian Coe, que ha prometido limpieza y regeneración en el atletismo. «Ha habido fallos y yo los arreglaré. Si no lo hago, nos quedaremos sin futuro. Quiero un atletismo responsable y que rinda cuentas de todo lo que se hace», anunció en su presentación como presidente de la IAAF.

No lleva ni medio año en el cargo y el pasado ya la ha tramitado una factura. Ha tenido que renunciar a su función de asesor externo de Nike por las sospechas de tráfico de influencias respecto a la designación del Mundial de 2021 en la localidad estadounidense de Eugene, sede la multinacional Nike para la que trabajaba Coe.

Ver los comentarios