Olivia Molina
Olivia Molina - Víctor Lerena

Olivia Molina: «Actuar en el teatro es un acto de valentía y de generosidad»

La actriz se ha incorporado al reparto de la adaptación teatral de «Todo es mentira»

Madrid Actualizado: Guardar
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Olivia Molina sabe que cada paso en su carrera profesional está invadido por la sombra de su madre. Y no le pesa. Ella es la única de sus hermanos que quiso seguir sus pasos, y cada día se siente más feliz de haberlo hecho y de haber encontrado su propio camino. Su nueva aventura es teatral; se ha unido al reparto de «Todo es mentira», versión teatral de la película que rodó hace veinte años Álvaro Fernández Armero. Junto a ella, Tamar Novas, Juan Renedo, Víctor Elías, Silvia Maya y Rosalinda Galán, todos ellos bajo la dirección de Quino Falero.

Volver a trabajar con Tamar Novas (con quien coincidió en «El viaje a ninguna parte») y hacerlo a las órdenes de Quino Falero fueron dos de los alicientes que llevaron a Olivia Molina a sumarse a esta producción, estrenada el pasado año, y que llega ahora al teatro Fígaro.

«Hubo mucha química con Tamar, es un actor muy interesante además, además de buena persona», dice la actriz, que está muy contenta también de su encuentro con Falero. «Lo hace todo muy fácil, sin pesadumbres; trabajar es un placer, es todo muy ameno».

«La obra habla de relaciones, del contacto, de la inmadurez, de las conquistas, de la competencia entre parejas, de los celos...»

No es Olivia Molina de las que prefiere no ver una película cuando va a intervenir en su versión teatral por temor a «contaminarse» de ese trabajo. «Vi “Todo es mentira” en su día -era fan total, como tantas chicas de mi generación-, y la he vuelto a ver ahora. Es bueno, sobre todo cuando vas a hacer una sustitución, como es mi caso, tener todo el material: qué han querido contar, dónde te vas a meter, el hueco que ocupas. Luego tú tienes que aportar tu aroma y tu personalidad al papel; el personaje es de quien lo tiene, porque le das tu vida y tu sensibilidad».

La sociedad de 1994 (año en el que se estrenó «Todo es mentira») es muy distinta de la sociedad de nuestros días. «Ciertas situaciones han cambiado, hay tipos de pareja diferentes a los que se veía en la película... Pero de lo que habla, que es de relaciones, del contacto, de la inmadurez, de las conquistas, de la competencia entre parejas, de los celos... Eso es atemporal y universal».

«Es muy bueno reírse de uno mismo -sigue la actriz-, de nuestros procesos a veces tan neuróticos y sin sentido. En ocasiones para avanzar tienes que dar tropezones. Y ver reflejados en otros esta lucha por avanzar, por crecer; ver esa primera madurez, reírte de tí mismo riéndote de esos personajes, a mí me alivia como espectadora. No es una comedia para evadirte, es una comedia que te hace contactar con procesos tuyos, con roles y situaciones en la pareja... Es una comedia profunda y que retrata momentos vitales de cambio, que se entienden a los treinta, a los cuarenta o a los cincuenta... Momentos en los que uno tiene que comprometerse con una etapa nueva y con lo que la vida le está dando; momentos de crecimiento, en los que hay que cambiar el planteamiento de vida y tomar decisiones. No es una comedia generacional, solo para treintañeros. Es universal».

«Es muy bueno reírse de uno mismo, de nuestros procesos a veces tan neuróticos y sin sentido. En ocasiones para avanzar tienes que dar tropezones»

La historia de «Todo es mentira» presenta un catálogo de meteduras de pata. «De ellas habla la obra, y de cómo tenemos que asumirlas y superarlas para ir hacia algo mejor. De eso va esta carrera que es la vida, al fin y al cabo». Reírse de uno mismo no es sencillo para nadie; «no es cómodo para nadie -admite Olivia-. Te hace encontrarte con situaciones que preferirías pasar por alto. Como actores, tenemos la obligación de trabajarnos a nosotros mismos, de presentar lo que somos, con nuestro bagaje y nuestra experiencia. Y eso no es siempre fácil. Pero es importante hacer este trabajo personal, para no chocar contigo mismo todo el tiempo en los personajes; saber qué es tuyo, cuáles son tus bloqueos, y poner la distancia para trabajar otro tipo de psique».

En su última experiencia teatral («El viaje a ninguna parte»), Olivia Molina encarnaba a una mujer en los difíciles años cuarenta españoles. En «Todo es mentira» es una mujer de nuestros días. ¿Prefiere los personajes cotidianos o los que se alejan de su realidad? «Los dos tienen su magia -responde tras meditar unos instantes-. Lucía, que es un personaje más cercano, con una problemática actual, es muy gustosa de hacer. Se puede sacar material de tu vida, de tu entorno, para crearlo; pero cuando he hecho personajes de otro momento histórico o con un tipo de vida muy alejado al mío, sientes una gran libertad... Imaginarte otro tipo de cabeza totalmente distinto a la tuya... Que, en realidad, todos los personajes la tienen, porque ninguno es tú, pero es claro que a algunos los sientes más cerca por su momento vital, por su contexto social... A otros, sin embargo, te los tienes que imaginar; tratar de entenderlos... Es un trabajo fascinante».

Precisamente el proceso de trabajo es una de las cosas que más le gusta a Olivia Molina en el teatro. «Me hace estar muy sólida, creo que es un acto de valentía y de generosidad. Crear presente en un diálogo con el público, crear una historia y compartirla es un ejercicio que, personalmente, me sobrecoge. Tengo que dejar a Olivia a un lado durante un rato -verdaderamente a un lado-; tus problemas no importan, no estamos para contar eso. Y crear eso tiene para mí algo terapéutico. Y el teatro tiene algo muy bonito, que has de hacer todas las noches el viaje del personaje de principio a fin; puedes profundizar en él, encontrar capas, comprender al compañero... Vas haciendo cada vez un puzzle más ajustado hasta que de repente las piezas forman un dibujo que no tiene nada que ver con el del principio. Y ese es un proceso precioso como actriz. También están a flor de piel todos tus miedos; la exposición, tener que mostrarte cada noche, requiere mucha humildad».

«La maternidad me ha transformado, me ha hecho entrar en contacto con emociones y con un amor incondicional que no conocía»

Olivia Molina es madre desde hace cuatro años; tiene dos hijos, Vera y Eric. La maternidad, reconoce, ha modificado su vida y, por tanto, su manera de acercarse a la interpretación. «Sé que no a todas las mujeres les modifica. A mí sí. Me ha transformado, me ha hecho entrar en contacto con emociones y, sobre todo, con un amor incondicional que no conocía. Me ha hecho crecer como mujer, y por tanto como actriz; es algo que va a la par. Tengo un abanico más amplio para explorar. Necesitas redescubrir quién eres; todo con lo que antes te identificabas -tu tiempo, tu oficio, tus amistades, tu físico, tu espiritualidad- se transforma. Tienes que volver a recomponerlo; pero el motor es tan bonito...»

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