«Addio del passato»: el vuelo de «La traviata»

Hace casi un año esta obra amanecía en el espacio íntimo de La pensión de las pulgas. Ahora se posa en el escenario de la sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez, donde se puede apreciar desde una perspectiva más amplia que no desdeña la acogedora proximidad. Y ha crecido, adquirido solidez e incluso mayor profundidad. Julio Bravo utiliza libremente elementos del libreto de Francesco Maria Piave para la ópera de Verdi «La traviata» y de «La dama de las camelias», la novela de Alejandro Dumas hijo que adaptó Piave, para desarrollar el amor desdichado de Margarita Gauthier -que es aquí una diva operística en vez de una cortesana- y Armando Duval con tanta sensibilidad como instinto dramático.

La historia se sitúa en los años 60, lo que aporta un carácter cosmopolita y una impronta estética muy bien reflejada en el fabuloso vestuario de Pier Paolo Álvaro y el bonito espacio escenográfico de Roger Portal. Blanca Oteyza juega con habilidad y finura las bazas del melodrama y dirige sabiamente al estupendo reparto, con una Margarita memorable a cargo de Lola Baldrich, que borda delicadamente los matices de la pasión y el dolor.