«Bailables» de Rafael Estévez y Valeriano Paños
«Bailables» de Rafael Estévez y Valeriano Paños - ÓSCAR ROMERO (BIENAL DE FLAMENCO)

Bienal del Flamenco 2016: Todo se puede bailar…

Siguiendo los parámetros de la danza teatro en esta obra hay mucha danza, teatro y música, todo en un «totum revolutum»

SEVILLA Actualizado: Guardar
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«Todo se puede bailar…, todo», decía Antonio el bailarín por la década de los cincuenta cuando creó el baile por martinete ante el asombro de todos. Siguiendo esa máxima Rafael Estévez y Valeriano Paños se han lanzado al ruedo de «todo se baila» en este poema sinfónico-dancístico que lleva por título «Bailables».

Desde que formaron compañía ambos intérpretes han sido unos osados a la hora de abarcar sus proyectos. Nunca han dejado indiferentes al auditorio, y sólo recordar como muestra, «La Consagración» estrenada en la Bienal de 2012 sobre la famosa música de Stravinsky.

En esta ocasión es el musicólogo Faustino Núñez quien, sobre las ideas de Estevez y Paños, ha dado unidad a este collage. El hombre del «todo música» es Matías López «El Mati»: voz, guitarra, piano.

La idea original, coreografía y dirección es de Estévez y Paños, contando con la colaboración especial del bailarín contemporáneo Antonio Ruz, fórmula que también han repetido y que se enmarca dentro de la estética que quieren imponer a sus creaciones.

«Bailables» cuenta además, con la presencia de cuatro excelentes bailarinas, que lo mismo componen una estampa contemporánea en el mismo suelo, que zapatean por martinetes o bailan la Cachucha y las sevillanas.

Siguiendo los parámetros de la danza teatro en esta obra hay mucha danza, teatro y música, todo en un «totum revolutum» separado en tres movimientos denominados «Bailables». En el primero, saetas, seguiriyas, martinete, carceleras, tonás y sevillanas; en el segundo, sevillanas en memoria del maestro Juanjo Linares y Josefa Mora, tanto y cachucha, en el tercero, tanquillo, pregones y soleá apolá, y un epílogo por sevillanas.

El teatro desnudo, con unas luces espectaculares de Olga García y con un vestuario que va del gris, blanco y negro, no hay color. La danza tiene sus momentos contemporáneos, incluso iniciados por paseos a lo Sasha Waltz, pero también un baile como el de Paños con los palillos, o el instante de la Cachucha y las muchas estampas por sevillanas, tanto populares como boleras. En esta mezcla reside precisamente la riqueza coreográfica de la obra. Echo de menos un poco más del baile excepcional de Valeriano Paños, un intérprete de flamenco y danza española como pocos, pero la obra está equilibrada en torno a toda la compañía al ser una propuesta coral.

De la vehemencia y la rigurosidad disciplinada del inicio, se pasa a momentos jocosos que comandados por Estevez nos introducen en otros universos.

En «Bailables» el público tan sólo tiene que dejarse llevar por la danza y la música (genial el trabajo de «El Mati»), porque si analizamos los detalles y lo que hay detrás de esta propuesta, necesitaríamos un intensivo de verano. Como siempre, Estevez y Paños arriesgando, y eso está bien.

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