Springsteen en el Camp Nou
Springsteen en el Camp Nou - Inés Baucells

El Camp Nou se deja arrollar por el río imparable del Boss

Más de 55.000 personas asistieron anoche al estreno de la gira europea del de Nueva Jersey

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Apareció Springsteen en el Camp Nou rodeado de sus músicos, ese gang imparable que es la E Street Band, el público rugió con ganas y en solo unos segundos se evaporó todo lo demás. Adiós a las quejas por las colas y las rigurosas medidas de seguridad y adiós también a ese cielo encapotado que cubrió el estadio desde media tarde y regó con un poco de lluvia las horas previas al concierto. «Hola Barcelona, hola Cataluña, one, two, three» y, zas, «Badlands» para romper el hielo. Sí, «Badlands». No «Meet Me In The City», pieza inaugural de toda la gira estadounidense. He aquí, pues, el Springsteen imprevisible y festivo sacudiendo un poco esa foto fija en que se había convertido en primer tramo de sus actuaciones desde el pasado mes de enero y transformando la gira conmemorativa de «The River» en un bufete libre de grandes éxitos con «The River» de fondo.

La maniobra, claro, fue celebrada entre vítores y aplausos mientras el de Nueva Jersey y sus infalibles salían en tromba con «No Surrender» y «My Love Will Not Let You Down».

El sonido era atronador y algo aturullado y «The Ties That Bind» inauguró un primer tramo dedicado a «The River» del que «Sherry Darling» salió algo asmática y magullada y «Jackson Cage» y «Two Hearts» sonaron como rocas volcánicas escupidas desde el escenario. Nada nuevo, en cualquier caso; aún hoy, Springsteen sigue siendo un volcán en erupción; un fenómeno meteorológico que va despachando himnos como un surtidor de lava y arrollando cuanto encuentra a su paso. Una contundente y fibrosa descarga de adrenalina que cambió una vez más de rumbo con «I’m Going Down» y volvió a su cauce original con «Hungry Heart» y «Out In The Street». El sonido seguía sin estar del todo ajustado, pero hasta donde no llegaban los técnicos llegaba el público con sus coros.

Romanticismo

«Enhorabuena, Barça», dijo en catalán antes de agarrar las maracas y rebajar un poco la tensión recostándose en el romanticismo herido de «I Wanna Marry You» -con la introducción de «Here She Comes» adosada- y la épica doliente y espectral de «The River». Momento íntimo con las gradas convertidas en una constelación de lucecitas por obra y gracia de los teléfonos móviles. Una sobrecogedora «Point Blank», pura tensión contenida y teclados fantasmales, prolongó esa magia susurrada y dejó claro que «The River» seguiría siendo una de las muletas del concierto, aunque de una manera más laxa que en la gira americana.

Tanto es así que tras «Atlantic City», rescate de «Nebraska» en versión electrificada y punzante, el guión viró hacia su otra obra capital de los ochenta, «Born In The U.S.A», para detenerse en «Darlington County» y «Glory Days» y rescatar del baúl de las exquisiteces una exultante «I Wanna Be With You». Llegados a este punto, el sonido había mejorado una barbaridad, y «Ramrod» fue, ahora sí, una apisonadora de rock and roll con nervio y garra. Con «The Price You Pay» y una inmensa «Drive All Night» -injerto de «Dream Baby Dream» de Suicide incluido-, la épica temblorosa de «The River» empezó a fundir a negro. La tensión de «Lonesome Day» acercó a Springsteen a su obra más reciente mientras que una pletórica «Prove It All Night» rebobinó a los días de gloria de los setenta,donde se quedó para tirar del hilo de «The Promised Land» y «Because The Night» y dejar que las guitarras soltaran chispas, anticipando el jolgorio de «She’s The One» y «Brilliant Disguise», -con Bruce y Patti Scialfa repartiéndose el protagonismo-, el crescendo de «The Rising» y la siempre conmovedora «Thunder Road», con su ciudad para perdedores y los pelos de punta.

Homenaje a Prince

Con Prince en el recuerdo y el escenario teñido de luces violetas, cayó una emotiva «Purple Rain» que, rozando ya las tres horas de actuación, abrió las puertas a la barra libre de los himnos acorazados: «Born In The U.S.A» y, ya con las luces encendidas, «Born To Run», «Dancing In The Dark», «Tenth Avenue Freeze Out» -ovación de gala para el desaparecido Clarence Clemons, qué menos-, el «Shout» de los Isley Brothers y «Bobby Jean». Fin de fiesta sonado y soñado para un Springsteen que venía a hablarnos de un río como metáfora de la vida y acabó inundando el Camp Nou con un océano de rock febril y huracanado durante más de tres horas y media. Una barbaridad. Otras más.

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