El filósofo Javier Gomá en Sevilla
El filósofo Javier Gomá en Sevilla - ROCÍO RUZ
FERIA DEL LIBRO DE SEVILLA

Javier Gomá: «El verdadero filósofo admite que en el fondo es un literato»

El filósofo presentó su último libro «La imagen de tu vida», en el que vuelve sobre la ejemplaridad, uno de los conceptos clave en su producción

SEVILLA Actualizado: Guardar
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La ejemplaridad es un concepto central en la filosofía de Javier Gomá (Bilbao, 1965), al que ha dedicado una de sus obras fundamentales —«Teatralogía de la ejemplaridad», desarrollada durante una década— y sobre la que vuelve en su último libro «La imagen de tu vida» (Galaxia Gutenberg, 2017), que ha presentado en la Feria del Libro de Sevilla.

En «La imagen de tu vida» el también director de la Fundación Juan March aborda el concepto de «ejemplaridad póstuma», que permite aportar «una buena medida de cuál es en conjunto y cómo fue en general alguien. Una especie de sabiduría condensada en diez o quince anécdotas que hacen justicia a la individualidad de alguien».

Esa idea de «ejemplaridad póstuma» como verdad de la persona fallecida que merece la pena rescatar del olvido la va desarrollando Gomá en un volumen con paradas en la vida y obra de Cervantes y que culmina con «Inconsolable», un monólogo dramático sobre la muerte de su padre donde la literatura se hace protagonista.

De hecho, para este autor la filosofía debe tener un alto componente literario que dé fuerza a la visión que aportan los conceptos. «En mi opinión, la verdadera filosofía nace de un enamoramiento que recibe el nombre de vocación y no es distinto al del poeta, del novelista, del músico o del arquitecto. Si no existe una emoción antecedente respecto al mundo, respecto a esa visión, puedes ser un magnífico investigador, un magnífico erudito, historiador... pero no eres filósofo. El verdadero filósofo admite que en el fondo es un literato».

En ese sentido, Gomá añade que «si un filósofo toma conciencia de lo que hace es literatura, cierto a que a través de conceptos, entonces debe tener el oficio de juntar bien las palabras, con calidad, belleza, elocuencia, persuasión y con la capacidad de entretener, fascinar, intrigar y emocionar al lector. Por eso tengo la nostalgia del tiempo en que los filósofos podían ganar el Nobel de literatura, como pasó con Bergson, Russell, Sartre, Camus... personas que son conscientes de que su herramienta de trabajo es el lenguaje».

Porque en opinión de este autor la verdad de la filosofía está más cerca de la de la poesía o el arte que de la ciencia. «La verdad de la ciencia está sujeta a la verificación empírica. Nadie ha verificado empíricamente a Heidegger o demostrado a Kant. Entonces, por qué los leemos. Porque pese al paso del tiempo han adquirido una perfección y una persuasión que hacen que sigan siendo nuestros contemporáneos, porque tienen la fuerza de lo literario, por las mismas razones por las que leemos a Sófocles, a Platón o a Virgilio».

Por ello, frente a una filosofía centrada en su propia historia o en lo que han dicho los discursos de los filósofos sobre el mundo, su misión principal sería «tomar conciencia del ideal de la época de una forma prescriptiva, esto es, una tesis fuerte sobre cómo tenemos conciencia nosotros mismos de que debemos ser».

Esta pretensión la sintetizaba muy bien Gomá en su obra «Filosofía mundana» (2016). «En ese libro yo decía básicamente tres cosas sobre la filosofía: hablar sobre el mundo no sobre los libros que hablan del mundo; segundo, tiene que hablar para todo el mundo, no para los especializados e iniciados en los misterios, porque de igual manera que es absurdo que un novelista escriba novelas solo para ser leídas por otros novelistas, de igual manera es absurdo penar en una filosofía solo para ser leída por profesores de filosofía. Por tanto, sobre el mundo, para todo el mundo y con un poco de mundo, entendiendo por esto último, con estilo, con gracia, con amenidad, con humor. Lo que hace una conversación amena, intrigante, seductora…».

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