Mujeres pigmeas «baka» de un pueblo en el eje Djoum-Mintom (Camerún), incluida en el volumen «Edjengui se ha dormido», de Xavi G. Rodrigo
Mujeres pigmeas «baka» de un pueblo en el eje Djoum-Mintom (Camerún), incluida en el volumen «Edjengui se ha dormido», de Xavi G. Rodrigo
LIBROS

Las nuevas voces de Guinea Ecuatorial

La literatura ecuatoguineana, con Trifonia Melibea Obono a la cabeza, llega a España cada vez con más fuerza. Un legado imprescindible dentro de las letras africanas

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Hace ahora un año, en diciembre de 2015, una película ambientada en Guinea Ecuatorial durante la época en que fuera colonia española se estrenaba en las salas de cine con una afluencia de público inusual para una producción cinematográfica con esa temática. Su título: «Palmeras en la nieve». Era la versión fílmica de la novela homónima de Luz Gabás, de relativo tirón comercial, publicada en 2012 y traducida desde entonces a varios idiomas europeos. La película, con dosis de melodrama y exotismo a partes iguales, sirvió para que el gran público se acercara al pasado colonial español en África de la mano de un grupo de colonos que desde el valle de Benasque, en el pirineo aragonés, tomaron rumbo hacia la isla de Fernando Poo (hoy Bioko) para dedicarse a la explotación del cacao.

Numerosos intelectuales y escritores guineanos se apresuraron, sin embargo, en salirle al paso de la crítica.

El novelista, bloguero y cronista Juan Tomás Ávila Laurel se preguntó hace unos meses en un artículo para ABC Cultural: «¿Hay que ir al trópico más húmedo para contar la historia de cuando los blancos tenían su pie sobre el cuello de los negros, o cuando las espaldas negras eran visitadas por látigos bendecidos por la religión? ¿O para hablar de pasiones reprimidas entre chapeo y recolecta del cacao?». Y a continuación decretaba: «Pues si hay que ir necesariamente, que sea con todas las consecuencias».

El periodista, historiador y novelista Donato Ndongo Bidyogo concluía que la película es «un Corín Tellado tropical, una banalización del colonialismo», y añadía: «Que no se espere de mí que venga a glorificar a héroes ajenos». El novelista y abogado José Siale Djangany, fusionando la puntualización etnográfica con la ironía sutil, remarcaba: «El chiste de la película está en la boa. La boa es un manjar. No se le ocurrirá a ninguna boa subirse a un camión lleno de trabajadores con machetes».

Una gran mentira

Para el poeta y lingüista Justo Bolekia Boleká, «el director ha mentido a los espectadores con espacios no guineoecuatorianos ni bubis (Colombia y Tenerife), con una ficción que refleja su subconsciente (mujeres bubis que se prostituyen, que bailan el «katyá» con los pechos al descubierto). Pero lo peor de todo es que presenta a los bubis como los agresores de los españoles, sobre todo en los años 60. Es una gran mentira. El empoderamiento del bubi vendrá de verdades y no de mentiras o ficciones cargadas de racismo».

La representación del país ofrecida en «Palmeras en la nieve», para consumo popular español, no es novedosa. Introducir al público general la Historia de Guinea Ecuatorial bajo la óptica de la colonia es una manera de reducirla a lo cotidiano y familiar, de domesticarla, de traducirla, por mediación de un género ya conocido, el de la narrativa de plantación, popularizado desde los años 50. En el mismo, los quehaceres cotidianos de los españoles en tierras distantes se revisten de un envoltorio romántico, situando al hombre blanco en el centro de la acción heroica, en una dicotomía entre buenos y malos que refuerza, si cabe, su heroicidad y que contribuye a ofuscar el trasfondo de la Historia colonial: una historia de servidumbre, de explotación, de extorsión de la propiedad, de trabajo forzado, de alteración de estructuras familiares, étnicas y tribales y de paternalismo blanco (laico o misionero, según los casos).

Dar el salto

Pero en ese esfuerzo de domesticación narrativa, dichos productos culturales, aun siendo con frecuencia bienintencionados y de cierta utilidad para abrir una brecha en el imaginario colectivo, no contribuyen sino a una caricatura desde una óptica europea o para europeos. La pregunta entonces es cómo dar el salto, para un público lector, desde los habituales lugares comunes de lo familiar a narrativas generadas por los escritores mismos de Guinea Ecuatorial, ya sean residentes en el propio país o en sus múltiples destinos de diáspora. En una palabra, cómo acceder a otras formas de traducción cultural e inteligibilidad global.

Se podría afirmar con cierta rotundidad que la irrupción en la escena literaria de las escrituras de Guinea Ecuatorial fue a la vez lenta y tortuosa, tal y como reflejan las tres antologías existentes hasta el momento: «Antología de la literatura guineana» (1984), de Donato Ndongo Bidyogo; «Literatura de Guinea Ecuatorial. Antología» (2000), de Donato Ndongo Bidyogo con Mbare Ngom, y «Nueva antología de la literatura de Guinea Ecuatorial» (2011), de Mbare Ngom con Gloria Nistal.

Ediciones Carena ha contribuido a dar visibilidad a varios autores de Guinea Ecuatorial desde hace más de dos décadas

Dos escritoras inauguraron la tradición con obras ya incuestionablemente canónicas. La novela «Ekomo» (1985), de María Nsué Angüe, que se ha traducido al francés y pronto se traducirá al inglés, es de lectura imprescindible en cualquier panorama de la novela africana contemporánea. Por su parte, el extenso legado poético de Raquel Ilombe del Pozo Epita ha sido compilado recientemente en el volumen «Ceiba II. (Poesía inédita)» (2014). Ediciones En Auge, un sello editorial nuevo, ha contribuido a la causa con la publicación de la primera novela de Trifonia Melibea Obono, «Herencia de bindendee» (2016), además de la reedición de dos novelas ya clásicas de Joaquín Mbomio Bacheng, «El párraco de Niegang» y «Huellas bajo tierra». Obono, articulista y colaboradora en varias publicaciones colectivas, vio su segunda novela, «La bastarda», publicada en el mismo año. La labor de edición y promoción llevada a cabo por Remei Sipi a través de Ediciones Mey va desde premios literarios a proyectos múltiples sobre mujeres y migraciones y merece mención especial.

Sin nostalgia

Ediciones Carena ha contribuido a dar visibilidad a varios autores de Guinea Ecuatorial desde hace más de dos décadas y apostó recientemente por la novela del joven autor Edjanga Jones Ndjoli, «Heredarás la tierra» (2016), así como por las de Marcial Dougan, «A pesar de todo» (2014) y «Lo que esconde la montaña» (2012). Sin embargo, ya era el sello editorial habitual de muchas de las obras (poesía, cuentos de tradición oral y ensayos) de Juan Manuel Davies, destacando particularmente «Siete días en Bioko» (2007), un ejercicio de mirada retrospectiva hacia el pasado, pero sin nostalgia, para rememorar los años, meses y días que precedieron a la independencia de su país -en 1968- y especular, desde allí, sobre la manera en que la fatal suerte política del mismo a lo largo del siglo XX (bajo la dictadura de Franco primero y después la de Francisco Macías Nguema) hubiera podido ser evitada.

Mitología atlántica

José Siale Djangany publica también aquí un ejemplo de la rica tradición de narrativa breve de autores guineanos, «En el lapso de una ternura» (2011), donde explora mitos locales. Otro sello editorial, desafortunadamente desaparecido, El Cobre Ediciones, fue el lugar de acogida de «Ecos de Malabo» (2009), de Maximiliano Nkogo Esono. Y lo fue también de dos novelas importantes, «El metro» (2007), de Donato Ndongo Bidyogo, y «Autorretrato con un infiel» (2007), de José Siale Djangany, que abordan respectivamente la perversidad del capitalismo global frente a los migrantes que llegan a Europa desde las excolonias en África y un regreso al escenario de lo colonial para concluir, con una reflexión política de trascendencia, que las organizaciones de poder en el África poscolonial necesitan ser repensadas y reestructuradas desde concepciones y configuraciones autóctonas. De «Arde el monte de noche» (2009), la novela de Juan Tomás Ávila Laurel publicada por Calambur y posteriormente traducida al inglés, ha destacado su prologuista la excepcional mitología atlántica que construye, considerándola «jalón inesperado en los varios océanos de la literatura moderna en lengua española».

Justo Bolekia Boleká irrumpió de manera extraordinaria en el ámbito de la poesía con «Lobela» (1999), al tiempo que lo hacía Francisco Zamora Loboch con «Memoria de laberintos» (1999), ambos en Sial Ediciones. Aunque también la editorial Verbum cedió espacio para el verso con «Luz en la noche. Poesía y teatro» (2010) y «Crónicas de lágrimas anuladas. (Teatro y poesía)» (2014), ambos de Recaredo Silebo Boturu. En suma, no parece haber excusa para trasladarse no ya dentro de los límites del libro, sino fuera de ellos. Se abre sin duda un rico horizonte de posibilidades.

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