Varias personas portan el féretro de Juan Goytisolo
Varias personas portan el féretro de Juan Goytisolo - EFE

Juan Goytisolo, enterrado junto a Genet en Larache

Fue una sencilla ceremonia sin plegarias ni banderas para el escritor sin patria ni religión, donde se leyeron varios fragmentos de sus obras

Larache (Marruecos) Actualizado: Guardar
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El escritor Juan Goytisolo, fallecido ayer en Marrakech a los 86 años, fue enterrado hoy en el llamado «cementerio español» de Larache, un camposanto ya en desuso donde su compañía eterna será principalmente la de los humildes soldados españoles muertos en las guerras con Marruecos. Su tumba fue cubierta con una sencilla lápida con el lema: «Juan Goytisolo. Escritor. Barcelona 1931-Marrakech 2017», que hubo que encargar a toda prisa en la ciudad de Tánger. A su lado se encuentra la tumba de Jean Genet, otro escritor iconoclasta como él, y como él homosexual, amigo del mundo árabe y que eligió ser enterrado en Larache.

El entierro de Goytisolo fue una sencilla ceremonia sin plegarias ni banderas para el escritor sin patria ni religión, donde se leyeron varios fragmentos de sus obras, principalmente aquellas en la que el escritor reivindica su carácter de exiliado, de «Juan sin tierra», mientras que otros subrayaron su papel de puente entre civilizaciones. Con el rugido del Atlántico de fondo y el canto de un almuédano cercano, tomaron la palabra algunas de las personas más cercanas al escritor, como el diplomático y escritor José María Ridao, nombrado albacea del difunto, su traductora al francés Aline Schulman o la arabista Lola López Enamorado.

Aunque la familia del escritor había insistido desde Barcelona en que quería una ceremonia íntima, las autoridades de Larache se personaron en el acto, al igual que representantes diplomáticos españoles, amigos artistas del escritor llegados desde Marrakech y varias decenas de ciudadanos anónimos. Goytisolo había dejado claro hace muchos años que no quería regresar a España, «madrastra inmunda, país de siervos y señores», pero el escritor ateo y descreído tampoco quería ser enterrado en suelo católico, como recordó hoy José María Ridao.

En Marrakech, su patria adoptiva, donde residía hace más de treinta años, no fue posible encontrarle una tumba, por carecer la ciudad de «un cementerio común» abierto a todas las religiones, como dijo a Efe el alcalde de la ciudad, Mohamed Belcaíd. En un país donde los cementerios son por esencia musulmanes, judíos o cristianos, casi no quedaba lugar para un ateo como Goytisolo, pero alguien se acordó del Cementerio Español de Larache, un camposanto lleno de tumbas de los años veinte del siglo pasado y desde entonces en desuso.

Aquel cementerio maltratado por el salitre y la maleza, que apenas se limpia una vez al año por Todos los Santos, fue excepcionalmente reabierto en 1986 para recoger los restos de Jean Genet, que había vivido sus últimos años en Larache, y ello pese a que Genet encontró la muerte en París. Goytisolo no puede tener mejor compañía que la de Genet, un escritor al que admiraba por ser un rompedor que vivía al margen de la sociedad.

Enterrado en suelo marroquí, a la vera del Atlántico, el más heretodoxo de los clásicos españoles cumplió así su deseo de romper con su patria, a la que dedicó estas palabras de las que jamás se desdijo: «Tierra ingrata, entre todas espuria y mezquina, jamás volveré a ti».

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