'niños-ancla'

El salvoconducto al sueño europeo

Las mafias utilizan a los menores para incrementar las posibilidades de las supuestas madres de quedarse en el país Aumenta la preocupación entre entidades por el fenómeno de los 'niños-ancla'

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Como a otras muchas, a Doris, una joven nigeriana, le prometieron alcanzar el sueño europeo a través del Estrecho. Tras estar cuatro años subsistiendo y mendigando en Marruecos, un día un hombre se le acercó y le ofreció pagarle el viaje en patera. A cambio debía entregar a uno de sus dos hijos a otra mujer que también viajaba a bordo con ella. Doris accedió. Pero al llegar a España cada una de las mujeres fue llevada a un centro de acogida diferente, cada una con un niño. Pocos días después, recibió una llamada indicándole donde estaba el hijo entregado, una ubicación que le volvieron a cambiar días después. Doris sintió miedo y denunció su situación a la ONG que le estaba prestando ayuda, quien a su vez contactó con la Policía. Doris lo contó, pero son muchas, la gran mayoría, las mujeres que callan no sólo cuando se sienten obligadas a ceder a sus hijos sino también cuando son las que reciben al menor convertido en salvoconducto al sueño europeo.

Parecía poco probable que el drama que rodea el fenómeno de la inmigraciónalcanzara cotas más altas, más alarmantes, pero el uso de menores para aumentar las posibilidades de quedarse en el país de aquellas personas a las que acompañan ha supuesto una vuelta de tuerca a esta tragedia. La historia de Doris aparece en el informe elaborado por el Defensor del Pueblo, 'La trata de seres humanos en España: víctimas invisibles', en el que se pretende denunciar la vulnerabilidad de los más débiles entre los débiles, los menores.

El fenómeno conocido como 'niños-ancla' no es nuevo (algunos casos denunciados se remontan a 2008) aunque es desde hace un año cuando las distintas administraciones, lideradas por el Defensor del Pueblo y Cruz Roja principalmente, se han puesto a trabajar de manera intensa para elaborar un protocolo que identifique y por tanto denuncie la trata de menores. El objetivo de las mafias que suelen estar detrás de estas prácticas es que las mujeres que dicen ser madres de los niños con los que viajan sean ingresadas en un centro de protección y así evitar su repatriación inmediata. Mujeres que serán probablemente explotadas una vez dejen de estar en estos centros.

Según la memoria Anual de la Fiscalía General del Estado para 2012 (la de 2013 se conocerá en este mismo mes), a lo largo de ese año, llegaron 35 bebés en unión de adultos que afirmaban ser padre o madre del niño aunque no podían acreditarlo mediante la documentación pertinente.

Según el informe anual del Defensor del Menor, durante el año 2013 entraron por las costas andaluzas de manera irregular un total de 323 menores, de los cuales 11 eran lactantes. Un número que podría mantenerse también en este 2014 si no fuera porque la llegada masiva registrada en agosto ha trastocado todas las estadísticas. Del millar de inmigrantes que llegaron a Tarifa, una treintena eran menores.

Vigilantes

La situación es diversa y compleja. Si el niño ha llegado sin la compañía de un adulto, una vez acreditada la minoría de edad, es derivado al Sistema de Protección de Menores que declara su desamparo y acuerda generalmente que sea ingresado en un centro tutelado. La cuestión se complica cuando el menor viene acompañado de un adulto que no puede probar su vínculo familiar.

En esta situación, es de especial importancia el trabajo de los asistentes sociales y voluntarios de las distintas organizaciones que trabajan en los centros de acogida. El informe de la Fiscalía recoge que «se ha comprobado que en muchos casos, una vez que la mujer ha llegado al centro de acogida, rechaza cualquier contacto con el niño, de tal manera que sin llegar a incurrir en conductas de malos tratos hacia el menor, muestran un total desapego y desafecto hacia el bebé». A veces no es necesario ahondar en la actitud, otras veces con un simple cuestionario con preguntas como cuál es la talla de ropa que usa o cuándo dejó de amamantar al niño ponen de relieve el desconocimiento de la presunta madre respecto al menor. Es entonces cuando se informa a la Fiscalía para que realicen las pruebas de ADN y así comprobar si existe una relación familiar. Según recoge la memoria del Ministerio Público, en un 25% de los casos investigados se comprobó que no existía un vínculo familiar entre el menor y su acompañante. Uno de cada cuatro.

El aumento de casos detectados en los últimos años hizo que las administraciones se pusieran a trabajar en aquellas lagunas que tenía el protocolo de acogida y a las que las mafias se agarraban para poder seguir traficando con los inmigrantes. Así, se percataron de que hasta julio de 2013, los distintos poderes públicos centraban su atención en la condición de extranjero o inmigrante irregular de la persona acompañante, por lo que el menor quedaba relegado a un segundo plano, casi como un apéndice del mayor, aumentaban las posibilidades de que formara parte de los «invisibles» para el sistema. Era frecuente que pasados los días, con la marcha del adulto del centro, se perdiera el rastro del menor, dejándolo completamente indefenso ante las redes de tratas.

Es por esto por lo que se puso de relieve la necesidad de registrar todas las llegadas de los menores. Desde hace un año, a los niños que llegan a España de forma irregular se les hace una fotografía, se les toma las huellas dactilares y se introducen los principales datos en el sistema, de manera que sea más fácil seguir su evolución a lo largo de su proceso migratorio.

Desde distintas organizaciones afirman que todavía hay mucho trabajo por hacer, aunque dieron un paso muy importante con el Protocolo Marco de Menores Extranjeros No Acompañados (MENA) en el que se establece una serie de medidas encaminadas a la protección del menor y que tienen, como principal reto, la coordinación entre las ONG que gestionan los centros de acogida de madres, la Fiscalía de Extranjería y Menores, los Servicios de Protección de la comunidad autónoma y la Brigada provincial de la UCRIF. El trabajo no acaba aquí, éste sólo es el principio, pues para acabar con situaciones tan dramáticas como éstas es fundamental trabajar en el origen del problema, el punto de partida.