CARTAS DE LOS LECTORES

Armagedón

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«Cuando vea a Dios se lo contaré todo». Fueron las últimas palabras que, entre lágrimas, escucharon los médicos que atendían a un niño sirio poco antes de morir. Era el reproche de un pequeño cuerpo ensangrentado y mutilado por las dentelladas de una bomba. Era una acusación. Era lo que dicen los niños cuando son maltratados, insultados y ofendidos por alguien más fuerte: «Se lo diré a mi madre y ya verás, ya.». Pero esta vez, el agravio era demasiado grande y demandaba la intervención y justicia de alguien más poderoso para que los carniceros supieran lo que cuesta un peine. No dudó; ese alguien era el dios de sus padres, el dios de su familia. No sabía que es inmaterial; una idea: la metralla y los soldados son reales. Pobres criaturas expuestas y masticadas por los lobos de las guerras. Guerras creadas por la avidez de poder del déspota de turno, el petróleo o el territorio estratégico. Conflictos, crímenes, venganzas y más crímenes. Oriente Próximo, Irak, África. Es igual; los que pueden buscar soluciones miran hacia otro lado o se duermen en reuniones eternas; ellos sabrán por qué. Al final va a tener razón el apóstol San Juan en su libro 'Apocalipsis', cuando predice el fin del tiempo mediante catástrofes motivadas por algunas religiones y culturas. Ya no puedes llorar más, pequeño. Ya pasó todo, pero no olvides poner una denuncia allá donde estés, con copia firmada.