PAN Y CIRCO

BENDITA LOCURA AMARILLA

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Parece mentira que con cada año que pasa haya cosas que nos sorprendan más y más. Uno a veces cree que ya está todo visto y que pocas cosas pueden impactarte. Nada más lejos de la realidad, nunca mejor dicho.

A mis treinta años (creo que aún soy joven), el cadismo no deja de llamarme la atención y de sobrecogerme. Quizás sea esta última la mejor forma de describir lo que esta bendita afición transmite cuando, sin recibir nada a cambio, da tanto en el momento fundamental de la temporada. Porque muchos se habrán quejado de que los cadistas han estado demasiado callados cuando el club se debatía entre la vida y la muerte con las chapuzas de Sinergy y su intento de matar a la entidad. Otros habrán alegado que la afición estaba dormida cuando el equipo hacía malos partidos. Mil y una cosas, pero ahora, ¿qué?

Pues no me negaran que cuando más se necesitan las camisetas amarillas, cuando más importante es el apoyo y el aliento de los cadistas, ahí está el aficionado para darlo todo y, repito, sin nada a cambio. La gente no es tonta, sabe lo que su equipo se juega hoy en Cartagonova, es consciente de la necesidad de subir a Segunda y sabe mejor que nadie lo que es estar en las podridas catacumbas del Grupo IV de Segunda B. Por todo ello y mucho más, hoy la afición de este club centenario ha vuelto a dar otra lección de lo que es apoyar a su equipo de manera incondicional.

Todo es fácil cuando te estás jugando una Liga, meterte en Liga de Campeones, un ascenso a Primera... todo eso es pan comido, señores. Lo complicado es apoyar cuando estás en Segunda B cuatro años seguidos y estás luchando para meterte en una maldita fase de ascenso como tercer o cuarto clasificado y que quizás te permita ascender. Eso es lo realmente complicado, esto es lo que verdaderamente tiene mérito. Por esto y mucho más, que viva la locura amarilla, viva la madre que os parió a todos.