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Este Recibo con alegría la noticia de que el Consejo de Administración de la Sociedad Pública de Agua de Medina Sidonia ha aprobado las medidas para garantizar el suministro a usuarios domésticos aun en caso de impago de las tarifas. Siempre y cuando se implanten con el debido rigor y la necesaria vigilancia, la adopción de medidas como esta que garantizan el derecho al acceso universal al agua potable, dignifica la actividad política y a aquellos que la desempeñan.

La construcción y la permanente labor de mantenimiento del edificio democrático constituyen una ardua tarea que debe ser llevada a cabo por el conjunto de la sociedad, beneficiándose cada ciudadano de las ventajas del trabajo colectivo pero aportando cada individuo su esfuerzo personal. Aquí nos encontramos con dos tendencias extremas: los que lo quieren todo gratis y los que pretenden quedarse con todo.

Ambas tendencias parasitarias necesitan ser combatidas con dureza. Esa es una de las atribuciones de los Estados democráticos. Pero sucede que estamos asistiendo día a día el desmantelamiento de los Estados por parte de las oligarquías financieras internacionales que, contando con la debilidad de los gobiernos o con su descarada complicidad, están haciendo del conjunto del planeta un lugar donde la inmensa mayoría de los seres humanos es explotada y apenas malvive, frente a una minoría sin escrúpulos que se dedica a amasar grandes fortunas a costa del sufrimiento, el hambre y la sangre de los demás.

Estamos siendo testigos impotentes de la eclosión de un neofeudalismo globalizado que, sirviéndose perversamente de sus propios mecanismos, acabará devorando al sistema democrático. El jardín de Montesquieu trasformado de nuevo en la selva donde impere la ley del más fuerte. Los datos de la última encuesta de Oxfam Intermón son escandalosos en este sentido. Los veinte españoles más ricos acumulan 77.000 millones de euros, la suma de las rentas de más de nueve millones de españoles situados en el otro extremo en la distribución de la riqueza. Esto en un país que disfruta, según esta misma encuesta, del dudoso honor de ocupar el segundo lugar en la lista de países con mayor desigualdad social de la UE, sólo por detrás de Letonia.

Bienvenidas sean pues noticias solidarias como esta del agua, aunque sólo represente una gotita de esperanza frente al implacable tsunami provocado con absoluta premeditación por los más avariciosos.