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Estos días se está viviendo en nuestro país el drama de la renovación del dolor por parte de víctimas de los presos puestos en libertad que no se consideran rehabilitados y que no dan garantía de no volver a reincidir. En algunos casos, dentro del colectivo de presos de ETA, se organizan recibimientos populares y festivos que nos hacen preguntar si no será un enaltecimiento de la causa que les llevó a la cárcel. El sentimiento de impotencia por parte de las víctimas y también de la sociedad en general es grande. También cierto sentimiento de ridículo institucional, una vez más. También estos días y como si fuera el ave Fénix, un expresidente del Gobierno del Estado está iniciando un periplo público. Presenta un libro, busca un espónsor internacional en la figura de un expremier inglés y hace apología de su gestión. Gestión bajo la cual España se vino abajo. Si fue o no causa directa no está del todo claro. Pero la mera duda debería poder hacer que si existiera un supósito más en la nueva ley de delitos por ofensa a España que acaba de ver la luz, pudiera condenársele a cárcel por su gestión deplorable de la política española durante su mandato. No ha sido así. Aznar pide cárcel para Mas, aunque lo amplía a cualquier autonomía que quiera pronunciarse sobre sus deseos de emancipamiento. José Luis Rodríguez quiere imitar a sus predecesores y sacar partido a su condición de expresidente del Gobierno de España. Hoy en el tren, un titulado profesor de primaria que pedía limosna, me contaba que el mes que viene hace las maletas con su mujer y su hija de cuatro años, y, como otros profesores de su instituto, me ha dicho, emigra a Suiza. Eso, señores, es muy duro.

Astilleros es un enfermo terminal. Nació subvencionado fruto de la explosión que destrozó el astillero privado allí existente, y como compensación del antiguo régimen a la ciudad de Cádiz. Lleva no sé cuantos años en crisis y no sé cuantas reconversiones . Desgraciadamente por mucho que queramos el enfermo, más tarde o temprano morirá. El único que se puede permitir construir en la actualidad en nuestros astilleros, debido a sus costes ... es el estado. Pero lamentablemente no hay dinero para todo. Lo siento pero prefiero recortes de este tipo que de sanidad o educación.

Para quejarse no hay que provocar destrozos cuyos arreglos tienen que salir de nuestras ya de por sí mermadas arcas. Eso por no contar la de personas que llegan tarde a su trabajo, yo incluido, cada vez que deciden cortar el puente. Si en el pasado no hubiese habido tanto abuso, a lo mejor esto no ocurriría. Pero claro, el cuento de alargar los plazos de reparaciones/construcción para asegurarse cobrar más tiempo en perjuicio del cliente se creía que no iba a tener repercusión en la carga de trabajo.