Mensajes

odos los días, sin falta, recibimos mensajes negativos que, lejos de hacernos creer en nuestras capacidades, intentan alejarnos de ellas y hacernos sentir dependientes de nuestros gobernantes y de esa pequeña realidad que creemos es nuestra vida. Hablo de pequeña realidad, sí, sin ningún reparo ni vergüenza al hacerlo. Es más, digo también que la otra realidad, la Realidad con mayúsculas, está oculta por el activismo social estéril y el 'ruido' de nuestras vidas corrientes, y que, debido a ello, no podemos vislumbrarla. Y digo más, los que nos gobiernan -y no hablo de los que figuran, sino de los que deciden-, no están interesados, en absoluto, en que esto se pueda dar, en que nuestro despertar suceda, pues para ellos supondría el fin de lo que entienden como su «Gran Negocio».

La verdad es que si de algo sirve el Día Nacional es para que aquellos que se sienten orgullosos de pertenecer a este país lo manifiesten. Y así ha ocurrido en Cataluña donde miles de personas han salido a la calle para gritar que se sienten españoles como los andaluces, los extremeños o los asturianos. Pero, al margen de esa manifestación también creo que cada uno puede sentirse lo que quiera mientras que respete la opinión del que tiene enfrente. La obstinación de los políticos por mantener una lucha sobre la identidad nacional creo que sirve más que nada para tapar otros asuntos de los que no quieren hablar. A pesar de ello creo que en situaciones económicas difíciles como la que ahora atravesamos es importante estar unidos para alcanzar el objetivo. Seguramente la manifestación de Barcelona dé mucho que hablar esta semana. Volverá de nuevo la guerra de los números y los representantes de uno y otro partido se echarán los trastos a la cabeza para seguir dando el mejor titular.

No estaría mal que de una vez por todas alguien dimitiera. Creo en la presunción pero también en la responsabilidad y no puede ser que un dirigente sindical, alguien que supuestamente, defiende a los trabajadores esté imputado y aquí no pase nada.