Economia

ESTO MEJORA

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La economía es una ciencia aburrida, pero muy necesaria. Lo dijo Julián Marías y pienso que tenía razón. Es aburrida porque no es clara, como la física o la química; y es todo menos exacta, como las matemáticas. En economía no podemos repetir experimentos, lo que complica mucho las predicciones, para desesperación del común de los mortales que hace preguntas, una y otra vez, sin obtener nunca respuestas claras. Nunca sucede lo mismo y es muy difícil extrapolar las experiencias previas. Como recordarán los que han estudiado esta materia, todas las explicaciones teóricas dirigidas a explicar el comportamiento de las variables económicas -ya sea el empleo, el paro, la demanda o la oferta- empiezan con el latiguillo latino del 'ceteris paribus', que quiere decir que vamos a mover una variable manteniendo las demás constantes para comprobar lo que sucede. Pero, claro, las demás variables sólo se están quietas en las pizarras de las universidades, pero nunca lo hacen en la realidad, lo cual nos sirve de mucho para entender su funcionamiento teórico, pero poco para adivinar su evolución concreta futura.

Además, como la economía es una ciencia social deudora de la psicología, su evolución futura depende de lo que hagamos cada uno de nosotros; y esto, aparte de la disponibilidad de cada cual, depende mucho de nuestro estado de ánimo. Es decir, si consumimos y si invertimos porque estamos optimistas y el rosa se convierte en el color predominante del horizonte, las cosas sucederán de manera distinta a si nos quedamos quietos y ahorramos porque vemos negro el futuro. Viene todo esto a cuento porque, si se han fijado, desde hace unas semanas el viento que empuja a las predicciones ha rolado hacia el cuadrante positivo. Ahora se habla solo de si vamos a crecer al 0,2%, como prevé el FMI, al 0,7% como atisba el Gobierno o al 0,9%, como hacen las grandes empresas españolas. Son diferentes niveles, pero todos son positivos. Nadie duda de que vamos a exportar más y de que vamos a seguir mejorando el signo de nuestra balanza exterior. El paro se mantiene como la variable más retrasada, pero el panorama pinta mucho mejor. Bueno, pues esa manera de pensar, antes de que todo ello se convierta en una realidad, nos va a ayudar mucho a que se convierta en realidad.

Así que, anímense, que esto mejora. Eso parece y eso dicen todos los organismos internacionales y todas las organizaciones nacionales. Seguimos sin tener demanda interior, pero se va a mantener el tirón de la exterior. El turismo seguirá comportándose muy bien y el sistema bancario debería mostrarse más cooperativo y trasladar la evidente mejora de sus balances al flujo de los créditos. Máxime cuando una buena parte de esa mejora se ha logrado gracias al apoyo público.

Quedan algunos problemas por arreglar, cómo no, pero eso no cambia la tendencia. Entre ellos podríamos citar la insistencia del déficit público y el aumento de la deuda; o la recalcitrante resistencia sindical al inevitable ajuste laboral. O lo peor de todos: la sensación de inestabilidad que provocan las interminables disputas territoriales que, a mí me parecen imposibles de arreglar. Como dicen los propios catalanes, tenemos 'feina' para rato. Pues a remar...