Tribuna

Todos a la calle

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E l mundo se divide en dos, lo tengo clarísimo. Los que ven la botella medio llena, llamados optimistas, gente de bien, emprendedora -con ese sentido tan actual que se le da a la palabra emprendedora y que la ha convertido en el vocablo de moda-, sonriente y eso. Y los que vemos -yo la primera, antes de que usted me acuse- la botella medio vacía, los pesimistas, los derrotistas, los que impiden que nuestra Andalucía imparable (tan imparable que cualquier día descarrila) siga avanzando, los que critican cualquier iniciativa y para los que un emprendedor no es el que alquila un local y monta un negocio del que no tiene ni la más remota idea, que termina cerrando en diez meses. Ese es un «emprendedor de necesidad» como lo definió perfectamente el presidente de Carbures en la entrega de los premios LA VOZ.

Sí. Qué le vamos a hacer. Los pesimistas somos los que revisamos el significado de las palabras antes de usarlas y los que sabemos que solidaridad y caridad no son sinónimos por mucho que se empeñen estos tiempos del eufemismo y la cadena pública de televisión. Para los pesimistas, el panorama se presenta tan desolador que son capaces de reconocer los efectos de la catástrofe en cada esquina, en cada gesto, en cada semana del calendario. Esta que termina, sin ir más lejos, ha sido una semana presidida por el pesimismo, una semana en la que, como las moléculas de Heinsenberg, nos hemos dejado dominar por el principio de la incertidumbre.

Dice el diccionario de la Lengua Española, ese libro al que le pasa como a los billetes de quinientos -todos saben que existen, pero pocos los han visto- que la saturación es la acción de añadir una sustancia a un disolvente hasta que este no admita mayor concentración en ella, o lo que es lo mismo, saturar es llenar tanto, tanto la botella hasta que rebosa y se vacía por completo. El mundo se divide en dos, lo dije antes. Los que saturan la botella y los que saben que cantidad y calidad casi nunca van de la mano. El pasado lunes, el subdelegado del Gobierno en Cádiz anunciaba que había autorizado sesenta y tres manifestaciones en la capital para esta semana. Navantia, ex Delphi, la Plataforma contra la Guerra, el colectivo de parados. y sume, hasta sesenta y tres. Lo poco espanta y lo mucho cansa, que dice el refrán. Porque eso, y no otra cosa, es la saturación.

Una saturación que en este fin de semana roza sus cotas más altas. Todavía no hemos sido capaces de resolver la incógnita en la ecuación del turismo. Otro programa de saturación, el propuesto para la celebración del Día Mundial del Turismo, que se ha convertido en tres días de autobús turístico, de rutas -el concepto de ruta es también digno de estudio-, de exposiciones mil veces vistas, de 'demostraciones gratuitas de realidad aumentada en puntos emblemáticos de la ciudad'.en fin. Nada que ver con lo programado en El Puerto de Santa María, donde han sabido darle la vuelta a la vulgaridad con una idea que si no es nueva, lo parece. Saturar, abarrotar, cargar, hinchar, hartar, sinónimos todos de una misma realidad, una realidad 'low cost' que pretende llenar espacios haciendo ruido para que no puedan escucharse los ecos. La noche de los investigadores es un claro ejemplo de esto. Una noche que la Universidad de Cádiz ha celebrado por vez primera, uniéndose así a la iniciativa de otras universidades, con un programa que, eso sí, dista mucho de lo ofrecido en otra ciudades. Entre, si siente curiosidad, en la web de la 'Researchers Night' y compare. Cádiz ofrecía en la noche de ayer la posibilidad de asistir a catas de vinos, de sal, talleres de botánica, de algas, de cocina. y acabar con la 'Beer for Science', que viene siendo una cervezada de las de toda la vida, pero amenizada con la actuación especial de los cuarteteros Javi 'el canijo' y Joselito (Pedro y Heidi), un fin de fiesta envuelto, eso sí, con la excelencia de la UCA.

Y para rematar la solución saturada, hemos tenido un fin de semana, cómo no, cofrade. Algo que se está convirtiendo en el entretenimiento más barato para una ciudad que busca la solución a sus problemas al otro lado de este valle de lágrimas. Habitual es ya toparse con un vía crucis, un rosario o una procesión fuera de temporada, pero al carácter extraordinario de estas manifestaciones -que no se cuentan entre las sesenta y tres de la subdelegación del Gobierno- hay que sumarle un componente de saturación que desvirtúa por completo lo que pudieran tener de espiritual o de trascendental. Con la lluvia como protagonista quedaban en el aire el rosario de antorchas de Ecce Mater Tua, que celebraba sus 450 años, la procesión extraordinaria del Cristo de la Misericordia -con la excelencia de la UCA de por medio, también- por sus 75 años, la Virgen del Rocío en Extramuros y el Ángel Custodio, que si el tiempo no lo impide, saldrá esta tarde y estará expuesto el próximo martes en besapie. ¿nadie les dijo que los ángeles no tienen pies?

Todos, sea como sea, a la calle, esa parece la consigna de la saturación. Los manifestantes, los investigadores, los turistas, los cofrades y los que no pertenecen a ninguno de estos colectivos, a la calle. A dejar bien claro que aunque la botella esté medio vacía, siempre habrá un motivo para tener las calles medio llenas. En eso consistirá el optimismo, digo yo.