El astillero de Puerto Real lleva más de un año sin actividad. :: F. JIMÉNEZ
CÁDIZ

La abdicación del emir de Catar enfría el contrato de Navantia para patrulleros

España, Alemania y Francia quedaron finalistas en el concurso, cuya adjudicación estaba prevista para 2013

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Las ofertas comerciales de Navantia en el extranjero dependen, en cierto modo, de la situación política de cada país. La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez a primeros del pasado marzo aplazó 'sine die' un acuerdo con la constructora naval para la construcción a corto plazo de dos patrulleros, similares a los siete que se habían fabricado en los astilleros de la Bahía entre 2005 y 2012. De hecho, tanto el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, como el responsable de la SEPI, Ramón Aguirre, tenían tan atada esta posibilidad de carga de trabajo para las factorías españolas que lo anunciaron en septiembre a bombo y platillo durante una visita a los centros de Cádiz. El nuevo presidente de la república bolivariana, Nicolás Maduro, será el encargado ahora de autorizar o no esta inversión. De momento, la difícil situación económica por la que atraviesa su país no le dejan tiempo para pensar en inversiones militares.

No es el único revés que ha recibido Navantia en lo que va de año. La abdicación del emir de Catar en su hijo anunciada ayer abre un nuevo espacio de negociación para los intereses españoles con los Emiratos Árabes. El jeque Hamad bin Jalifa al Thani, cederá el testigo a su hijo y heredero, el jeque Tamim bin Hamad al Thani, y destacó que, a partir de ahora, ocupará «otra posición para servir a la nación y al pueblo». Navantia se juega en Catar un contrato millonario para la construcción de once barcos: cuatro corbetas, seis patrulleros y un buque logístico.

La empresa española ha quedado finalista en el concurso público junto a la oferta presentada por Alemania, Francia y Holanda. La mediación del Rey Juan Carlos con el emir durante los últimos meses ha sido clave para fijar la posición de Navantia de cara al futuro de este contrato, que supone una inversión de 3.000 millones de euros. Sin embargo, la abdicación enfría en cierto modo la decisión del gobierno catarí hasta que no se consolide la transición de poderes. Navantia confiaba que Catar resolviera el contrato a finales de este año o principios de 2014, pero todo apunta a que la decisión tardará en llegar.

Las relaciones entre España y Catar son fluidas. El emir saliente y su esposa visitaron nuestro país en abril de 2011 y Zarzuela esperaba devolver la visita del monarca español una vez que don Juan Carlos se recuperara de sus últimas operaciones.

Los gestores comerciales de Navantia aguardan también que el gobierno de Arabia Saudí mueva ficha y autorice el programa de renovación de su flota, que incluye la construcción de 12 fragatas. En esta misma línea se encuentran acciones comerciales con Turquía, Brasil y Australia, que esperan el pronunciamiento de sus respectivos gobiernos.

Ante esta situación de incertidumbre internacional, la compañía española ha encomendado su futuro más inmediato a la inversión que pueda generar la iniciativa privada. Así, el ministro Montoro ha asegurado la carga de trabajo para los astilleros españoles amparándose para ello en un posible contrato para la construcción de cuatro gaseros. Se trata de la nueva ruta gasística abierta entre Estados Unidos y Japón que explotará el consorcio español Repsol-Gas Natural. Ambas empresas han anunciado la convocatoria de un concurso para contar con cuatro gaseros. Montoro media para que esta inversión cristalice en los astilleros españoles.