Economia

BRATWURST, NO PAELLA

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Seguro que la han probado. La bratwurst es una receta alemana para fabricar una salchicha contundente y sabrosa que se come por toneladas en la Feria de la Cerveza de Múnich. Bueno, pues en resumen eso es lo que nos propone el Gobierno. Los que esperábamos una paella, nos hemos sentido defraudados con lo expuesto ayer por la vicepresidenta y los ministros de Economía y de Hacienda. Su actuación sigue dirigida a contentar el exigente paladar de la señora Merkel, en lugar de satisfacer los angustiados estómagos de los más de seis millones de parados españoles.

Sin duda alguna, el acento sigue puesto en la consolidación fiscal, una premisa inexcusable -eso solo lo discuten los que carecen de responsabilidades de gobierno- y prefieren contentar a la calle antes que a las empresas que crean empleo. Pero es también una premisa claramente incapaz de aliviar nuestros muchos y acuciantes problemas.

El Gobierno acierta cuando asegura que el panorama macro se está despejando y que hay datos enormemente positivos. Aquí van algunos: a) la financiación exterior se ha desatascado; b) también se ha abaratado; c) los inversores extranjeros han vuelto a confiar en la deuda española; d) la balanza comercial ha mejorado muchísimo y somos el segundo país europeo en donde crecen más las exportaciones, apoyadas sobre una mejora sustancial de los costes laborales unitarios; e) la balanza por cuenta corriente muestra signos positivos y f) nos ha costado un riñón y parte del otro, pero por fin atisbamos el final del calvario que ha sido la reestructuración bancaria. Ese es el mérito de la actual política económica. Todo eso es indudablemente cierto, pero el Gobierno parece ignorar, o al menos no parece preocupado, por el hecho indudable de que el termómetro que mide la temperatura ambiente, el juez que juzgará y sentenciará su actuación y el elemento clave que le permitirá seguir gobernando con estabilidad en la próxima legislatura o que conducirá al país hacia el caótico esquema político italiano es, simplemente, la cifra del paro. Y aquí no vimos ayer novedades reseñables, ni hubo medidas novedosas, ni se explicitaron criterios audaces y valientes.

El Gobierno continúa depositando sus esperanzas de recuperación en el tirón de las exportaciones a lo que añade ahora, de manera sorprendente, una mejoría del consumo, una vez que la inversión va a seguir estancada. Lo primero es discutible y queda fuera de su/nuestro alcance y lo segundo, con más de seis millones de parados, es más inverosímil que las remontadas del Barcelona y del Real Madrid de esta próxima semana.

Dudo mucho que los parados se muestren hoy más esperanzados que ayer y también que las empresas estén más ilusionadas. Si tuviese que definir cuál será el estado de ánimo de ambos tras conocer el plan propuesto, estoy seguro de que se acercará a éste: 'Decepcionados'. Yo lo estoy.