Tribuna

Adiós a las cajas

SECRETARIO PROVINCIAL DEL PA EN CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Las medidas que el Gobierno español va a poner en marcha, presionado por Alemania fundamentalmente y contempladas dentro de la intervención de hecho a la que está sometido nuestro Estado, van a acabar con la naturaleza jurídica de las cajas y van a provocar la privatización paulatina de todas ellas con la entrada de capital extranjero, en muchos casos, y, en muchos casos también, con intereses meramente especulativos.

Parece ser que las cajas son las únicas culpables de la crisis financiera. Sólo sobre ellas recae la responsabilidad de este desastre, como si los bancos no hubieran financiado a promotores, como si no hubieran dado préstamos hipotecarios hasta el 120 % del valor de tasación del inmueble, como si no hubieran vendido como churros preferentes o subordinadas... Todo el sistema financiero español es culpable, sobre todo, de un pecado: la avaricia; beneficios con crecimientos de dos dígitos, año tras año, bonos millonarios para los directivos, «maletines» al amparo del boom inmobiliario.

Mientras esto pasaba ¿Qué hacían los controladores del sistema financiero? ¿Dónde estaban? ¿Qué supervisaban? El Banco de España, ¿Por qué no exigía cuentas claras a las entidades? Y los gobiernos del Estado, los de Aznar y los de Zapatero, ¿Qué hacían para desinflar la burbuja del ladrillo y del endeudamiento?; y la Junta de Andalucía, recordemos, con competencias sobre las cajas autóctonas, ¿Por qué no supervisaba y actuaba?

Todos son culpables, todos somos culpables, pero, claro, unos en proporción mayor que otros. Es cierto, muchas cajas, la mayoría, han tenido una dirección poco profesionalizada. No hablo de politización. Las cajas son, o eran, semipúblicas, por lo tanto es normal que el modelo de negocio impulsado tuviera un cariz ideológico: su Obra Social, sus inversiones en sectores económicos estratégicos, su apoyo a las pymes. todo ello tiene un cariz ideológico que «dirige» el negocio hacia un determinado camino. El problema no es la politización, el problema es cuando en los cargos se «coloca» a personas sin la debida formación o, simplemente, a corruptos, o se toman decisiones, presionados por las instituciones fundadoras, que carecen de análisis serios de una política de riesgos viable afectando a la propia solvencia de la entidad.

Sólo algunas cajas aguantarán, aunque con una naturaleza jurídica desnaturalizada: La Caixa; las vascas agrupadas en Kutxabank, la aragonesa Ibercaja y la andaluza Unicaja. Por lo menos, una entidad financiera andaluza sobrevivirá en un inicio, aunque no sabemos si soportará la presión del supervisor europeo y de los grandes tiburones financieros multinacionales.

El gran proyecto de una macro entidad andaluza que compitiera con las domiciliadas en Madrid y Barcelona se fue al traste, los sucesivos gobiernos del PSOE en nuestra comunidad fueron incapaces de convencer a propios y extraños y de romper las barreras que obstaculizaron el proyecto. Los localismos absurdos, las cuotas de poder, los personalismos, los reductos mezquinos para los elefantes del régimen, fueron más potentes que la convicción de la Junta de Andalucía en su idea. Poco a poco han ido diluyéndose en manos foráneas, primero fue Cajasur, que cayó en manos de una caja vasca a cambio del apoyo del PNV para el débil Gobierno Zapatero; después Caja Granada entró en la órbita de Cajamurcia para terminar siendo intervenida por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y con un futuro más que incierto; la omnipresente Caixa absorbió Cajasol después de una gestión pésima del Sr. Pulido que únicamente se preocupó de "salvarse" a sí mismo.

El golpe final es su conversión en fundaciones bancarias y su dependencia directa del Banco de España y bajo la supervisión del Banco Central Europeo. Además, las autonomías perderán su ascendencia sobre ellas. Sólo quedarán en el Estado dos pequeñas cajas, una alicantina y otra mallorquina.

Se acaba un modelo y se va a vender a precio de saldo. Miles de trabajadores y trabajadoras de las cajas van a perder sus empleos, muchos ya se están viendo afectados; la competencia será más pequeña por lo que los precios (comisiones, diferenciales) subirán, el crédito seguirá restringido mientras no se salga de la crisis, las obras sociales se reducirán o desaparecerán y, lo más importante, se habrá perdido la oportunidad de demostrar que se puede hacer una Banca más comprometida socialmente, una banca con corazón progresista y más enraizada con su entorno. Y Andalucía, como muchas otras veces, se quedará fuera de juego, viendo como las decisiones económicas de calado se toman fuera de sus «fronteras».