Apuntes

Reciclar para sobrevivr

¿Cuánto dinero se ha invertido en atraer empresas sin vocación de permanencia o en sufragar cierres patronales en lugar de reciclar negocios para mantener el empleo?

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si se acude a la Real Academia Española y se consulta en su diccionario la palabra reciclar, aparece como primer significado el más obvio, el que primero nos llega a la cabeza: «Someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar». Si se continúa la lectura, se llega a una segunda acepción que viene al caso de este apunte: «Dar formación complementaria a profesionales o técnicos para que amplíen y pongan al día sus conocimientos». O también: «Dar una nueva formación a profesionales o técnicos para que actúen en otra especialidad». Ese concepto de reciclaje no se estila en Andalucía, donde el Gobierno de la Junta ha dedicado millonarias partidas por atraer empresas a la Bahía, que nunca tuvieron la vocación de permanencia ni de generar una riqueza estable a la zona. Cantidades desorbitadas, que ahora nos vendrían de fábula para no tener que meterle mano a la nómina de los funcionarios, otra vez; o para recortar -con la boca pequeña- en las supuestas líneas rojas socialistas: educación y sanidad.

El reciclaje no pasa por dar nociones básicas de inglés o entretener con trabajos manuales mientras se deja correr el tiempo hasta que el grifo de las ayudas públicas se queda seco; caso de Delphi.

De nada sirve tampoco inyectar dinero para sufragar cierre patronales o expedientes de regulación de empleo. Suena obsceno con solo pensarlo: dinero del contribuyente que sirve para despedirlo. Más nos hubiera valido que en aquellos sectores donde se veía venir un descenso brutal de la actividad o una transformación radical del modelo de negocio, se hubieran invertido los esfuerzos en analizar esas empresas o sectores, estudiar alternativas y preparar concienzudamente a sus trabajadores para iniciar nuevas etapas profesionales. En la pesca o en los astilleros no vivirían siempre con la amenaza del final dramático y quizás ahora estarían trabajando con otros materiales, con otras rutinas...pero trabajando.