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El 6 de noviembre se celebrarán elecciones presidenciales en los EE UU. A veces se han hecho bromas en el sentido de que por su trascendencia exterior hubiéramos de votar todos los habitantes del planeta. No es recta razón. Unos electores suelen calcular cuánto les cuesta cada candidato en impuestos y a la luz de ello optan otros se decantan en función de algún asunto que les resulta sensible, y absurdo sería analizar las motivaciones personales de todos. Aproximadamente el 50% se abstiene. No es irrelevante. En aquel sistema electoral se vota en los estados a los electores a la asamblea de electores a presidente. Se ha dado la paradoja varias veces de que un candidato con unos miles de votos ciudadanos más tuviera menos asamblearios electorales y no fuera elegido. La elección actual guarda, a mi juicio, algunos parecidos y diferencias con la de 1980 entre el presidente en ejercicio Carter y el candidato Reagan. Los sociólogos electorales dijeron que los electores apreciaban más a Carter, pero pensaban que Reagan iba a solucionar los problemas económicos y los de política exterior.