PAN Y CIRCO

DE CAPA CAÍDA

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La crisis económica se ha convertido en un azote para toda la provincia. Como si de una plaga de Moisés se tratara, no hay quien la evite y el afortunado que la regatea provoca la envidia entre sus allegados. El mundo del deporte, como cualquier otro estamento, no es ajeno a sus efectos y hasta la seleccion española de fútbol comienza a tener problemas para que alguna cadena pague sus astronómicos derechos de retransmisión. En la aldea gaditana, la más castigada por este azote, el equipo de fútbol que más nos preocupa está cogido por alfileres en otra temporada que se antoja decisiva para su futuro inmediato. El Cádiz comienza a levantar más sospechas de las previstas y eso que todavía no se ha cumplido ni un tercio de una competición que, a este ritmo, acabará comenzando en julio para tener más entretenidos a los cientos de miles de parados. Los que se las prometían muy felices con la marcha de Antonio Muñoz y Quique Pina (dos maneras de entender el fútbol como un acto mercantilista en el que primero está el bolsillo de uno y luego el amor a los colores del club al que intentan exprimir hasta la última gota de su jugo) se han dado con un ladrillo en la cara a la llegada de los Manzano, Gaucci, Chikaoka y compañía. Poca manteca se está viendo, pero de carencias deportivas anda el primer equipo bastante sobrado. Menos mal que Muñoz dijo que se iba tranquilo, sabiendo en manos de quién dejaba el club. Pero el marrón que se avecina es de época porque o los acontecimientos dan un giro drástico en las próximas jornadas, o la bancarrota institucional puede convertirse en total y eso que el Ayuntamiento de Cádiz ha sido un fiel valedor de todos los que han venido a servirse del club, que no a servirlo, lo que algún día terminará por darle un soberano disgusto. Así que solo resta ver cómo asimilará el equipo la próxima visita del temido Cartagena.