CÁDIZ

PORQUERÍA INSOLIDARIA

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El asunto de las protestas por temas laborales está pasando de castaño a oscuro. Ante todo: el derecho a manifestarse y a reivindicar un puesto de trabajo es básico, legitimo y absolutamente innegociable. El problema no es el qué. Es el cómo. Si un colectivo de trabajadores ve peligrar sus puestos de trabajo tiene todo el derecho, y si me apuran, la obligación, de defenderlo con uñas y dientes. Existen cauces legales para ello que van desde la huelga a los paros parciales, pasando por distintas formas de protesta o de manifestación. Pacíficas, democráticas, civilizadas.

Pero cuando ese derecho choca con el de los demás, se genera un problema. Sobre todo si aprovechan la naturaleza de su oficio para hacer presión y esa naturaleza incide directamente sobre el resto de ciudadanos. Ejemplo concreto. La recogida de basura. Este verano hemos padecido una en Cádiz y antes hubo otra en El Puerto. Las calles se llenaron de toneladas de porquería. Ingentes cantidades de basura que causaron los lógicos problemas de olores, de salubridad y, en el caso de la capital, de imagen, ya que 'casualmente' coincidió con la Gran Regata del Bicentenario. A tal punto que los propios ciudadanos, fundamentalmente hosteleros a los que estaba afectando en sus negocios, se pusieron a recoger basura con sus propias manos. ¿Hasta qué punto debemos tolerar eso? ¿O que los empleados de Navantia paralicen la Bahía cada vez que les venga en gana? Decir esto públicamente es arriesgarse a que a uno le llamen fascista o pamplinas de ese tipo, que es un insulto muy recurrente y que llena mucho la boca al pronunciarlo. Pero, ¿no es más fascista perjudicar a los demás desde tu posición de fuerza?

Cuando a un trabajador de una copistería, de una frutería, de un bar o de un concesionario de coches le ponen de patitas en la calle, no tiene ese derecho al pataleo. Y hay millones de casos. Cinco millones exactamente. Ellos pueden protestar en la puerta del bar o del concesionario, pero cargando exclusivamente contra sus jefes, no contra el resto del mundo.

Solidaridad sí. Pero por ambas partes. Que yo no he visto a nadie de los colectivos más 'ruidosos' solidarizarse con el de la frutería. Ni con el de la copistería.