La inestabilidad política ha afectado también al comercio diario que se efectúa en los mercados, como el de Shubra, en la imagen. :: AFP
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Egipto recurre a la ayuda del FMI para impulsar la recuperación de su economía

Lagarde visita El Cairo para negociar una ayuda de 4.000 millones de euros, clave para lograr la confianza de los inversores

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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El deprimente legado económico que ha heredado el presidente Mohamed Mursi podría contar a finales de año con una inyección de casi 4.000 millones de euros del Fondo Monetario Internacional, un préstamo que las autoridades confían en que ayudará a recuperar la confianza de los inversores. Su directora general, Christine Lagarde, se reunió ayer en El Cairo con Mursi, cuyo Gobierno ya ha hecho la petición oficial del crédito.

Más de un año y medio después de la revolución que destronó a Hosni Mubarak, la economía egipcia sigue sin levantar cabeza. La inestabilidad política ha mantenido alejados tanto a los turistas, una de las principales fuentes de moneda extranjera en el país, como a los inversores foráneos, lo que ha provocado que las reservas de divisas caigan en casi un 60%, llevando al límite los desequilibrios comerciales.

Los retos de Mursi no acaban ahí. Una porción importante del presupuesto anual, cerca del 30%, se invierte en subsidios que, a lo largo de los años y con el aumento de la presión demográfica, ha elevado esta factura hasta niveles inabarcables. El déficit para el año fiscal 2012-2013 se calcula en el 7,9% del PIB y la deuda interna alcanza los 155.000 millones euros, mientras que la externa en 27.000.

Actualmente, el dinero que el gobierno egipcio necesita para que el Estado siga en marcha lo consigue en el mercado interno, con intereses de hasta el 12%. El préstamo del FMI, que tendría una duración de cinco años, con un período de gracia de 39 meses y un interés del 1,1% supone un dinero más barato para Egipto, aunque con condicionantes.

Los 4.800 millones de dólares (3.850 millones de euros) que Egipto solicitó ayer al organismo internacional llevarán condiciones que aún se están negociando. Es muy posible que el acuerdo se firme a finales de año, aseguraron ayer Lagarde y el primer ministro, Hisham Qandil, en una rueda de prensa. Según la dirigente del FMI, el objetivo del préstamo es «mejorar la estabilidad y restaurar la confianza para animar a los inversores a invertir y crear puestos de trabajo». La visita de Lagarde y el crédito envían un mensaje al mundo, dijo ayer Qandil, de que Egipto está en condiciones de pagar sus deudas.

Egipto lleva negociando el préstamo con el FMI desde hace más de un año, pero su concesión se ha ido retrasando debido a las divergencias políticas, ya que el organismo exigía que el crédito se solicitara con un amplio consenso político. La Junta Militar que ha gobernado el país durante la transición se había resistido a pedir préstamos que pudieran llevar condicionantes y, de hecho, rechazaron hace un año un crédito anterior de 2.500 millones de euros. Desde entonces, sin embargo, la economía ha seguido cayendo en picado y las autoridades, esta vez civiles, han tenido que replantear sus vías de financiación.

Subsidios

Mursi ha hecho de la mejora de la economía uno de los objetivos para sus 100 primeros días en el Gobierno, que se cumplen el 8 de octubre. El presidente procede de los Hermanos Musulmanes, cuya filosofía islamista no está reñida con el capitalismo, como quiere demostrar con su programa 'Nahda' (renacimiento). Por ahora parece que piensa cumplir una de sus promesas electorales, la de reducir los subsidios al combustible excepto para los más pobres.

De los más de 80 millones de egipcios, cerca de un 40% vive por debajo de la línea de la pobreza, por lo que los subsidios, que cubren productos de primera necesidad como el pan o el aceite para cocinar, así como la electricidad o el combustible, son imprescindibles para gran parte de la población, pero un lastre para la economía. La reforma del sistema de subsidios es algo que el régimen de Mubarak ya intentó hacer, pero nunca llegó a atreverse por miedo, paradójicamente, a un estallido social. A pesar de ello, la economía tuvo mucho que ver en la revolución, iniciada por miles de jóvenes, muchos de ellos desempleados, que no veían futuro en su país. El Gobierno de Qandil tiene previsto recortar los subsidios al combustible de 12.600 millones de euros a 3.360 millones para el año que viene, e instaurar un sistema de cupones para la gasolina, el gas y el butano para los más necesitados.