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¿Qué era un pescador?

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Sabes Manolito? Tu abuelo fue un gran pescador. ¿El qué? ¿Un qué? Un pescador, un hombre que se levantaba muy temprano cuando todavía no era ni de día y se iba a alta mar a coger esas pijotas y caballas que tanto te gustan a ti con piriñaca. Ah... ¿y ya no hay de esos? Pues no. Quedan muy pocos. A veces se puede ver a alguno en la lonja abandonada que hay donde el cine pero la mayoría decidió dejarlo para dedicarse a otra cosa. ¿Por qué?, ¿Sacaron malas notas? No. Solo quisieron vivir.

Toneleros, malleteros, rederos, arrumbadores... son algunos viejos oficios muy unidos a la historia gaditana que ya cayeron en el camino. Nacieron de la necesidad pero murieron en el progreso. Ahora, parece que le toca a la pesca. Bueno... hace ya tiempo que le viene tocando. Quizá la industria que se creó de este arte artesanal por el momento ha salvado el oficio, pero, ese mismo mecanismo y toda la maraña burocrática creada a su alrededor podrían acabar con ella.

El negocio no funciona como antes porque ya son muchas causas las que impiden o frenan su resurgimiento. A los nuevos problemas de esta semana con la pesca del boquerón se unen factores ya 'clásicos' que no dejan que esta crisis llegue a su fin: El primero y fulminante, la subida incesante del combustible que ha ocasionado que los armadores tengan un mayor recorte en los ingresos y en los salarios para sus tripulantes. El segundo y peligroso, la insuficiencia de los caladeros que, esquilmados o no, tienen siempre muy cerca las normativas medioambientales, y, por último, un tercer factor, más peligroso si cabe para la economía local, la llegada de producto pesquero de importación de todas partes del mundo y que se venden a precio más barato y con una mayor «facilidad» en lo que algunos tachan de competencia desleal.

Por estos, y otros motivos, se comprende que El Puerto, por ejemplo, un pueblo marinero de historia, ha visto cómo en tan solo cincuenta años su flota ha pasado de más de 150 embarcaciones a apenas la veintena. Entonces, se entiende. Las ganas de seguir luchando se quedaron un día a la deriva y nunca volvieron.