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EL CAMARÓN DE LA ISLA

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Tal día como hoy, hace veinte años, un Renault 21 gris metalizado con matrícula de Cádiz circulaba por las carreteras portuguesas buscando la frontera de Valença con Tuy. En ese coche viajaba mi familia con destino Muros de San Pedro (A Coruña), el pueblo a dónde íbamos cada julio para estar con mi abuela y mi tía. En el asiento de atrás, entre mis dos hermanos mayores, iba yo con mis dieciséis años. Era cuestión de kilómetros que pudiéramos sintonizar Radio Nacional de España, la emisora con mayor cobertura territorial. Sería en el primer boletín horario de noticias por el que nos enteramos de la desgraciada muerte de José Monge Cruz, el cantaor isleño que moría por un cáncer de pulmón en un hospital de Badalona.

En 1992, la enorme figura de Camarón aún era bastante desconocida para mí. Apenas sabía de él que era natural de San Fernando, La Isla, sabía de su último éxito con el 'Soy gitano' por los vídeos que ponían en el programa musical de entonces, Rockopop, o su más reciente disco, 'Potro de rabia y miel', que se encontraba en la lista de los más vendidos.

No supe de la inmensidad de Camarón hasta que escuché los primeros compases de 'La leyenda del tiempo', «donde entran primero las vertiginosas palmas, tras éstas la guitarra a la que sigue el teclado, para romper, por fin, con el bajo y la batería. Tenemos ante nuestros oídos los ingredientes de un una forma de entender lo flamenco. Rock por bulerías».(Faustino Núñez). Con letras de García Lorca. 'El sueño va sobre el tiempo/ Flotando como un velero/ Nadie puede abrir semillas/ En el corazón del sueño/ El tiempo va sobre el sueño/ Hundido hasta los cabellos/ Ayer y mañana comen/ Oscuras flores de duelo'. Con ese disco José Monge Cruz, el Camarón de la Isla, Camarón, cambió el destino del flamenco para el siguiente medio siglo. Camarón se hacía universal, infinito, inmortal.

Tal día como hoy, hace veinte años, con su muerte, nacía la leyenda de Camarón. Desde luego cualquier homenaje que se le haga al músico isleño sabrá a poco ya que nunca se podrá alcanzar la talla mundial del homenajeado, pero, por lo programado este fin de semana ¿no ha sido posible algo más?, ¿estaremos esperando al vigésimo quinto aniversario de su pérdida?, ¿ha de ser en Córdoba donde se le realice el mejor homenaje?, ¿esto es lo que le agradecemos a la persona que llevó el apellido de la Isla por los teatros del mundo? Sin lugar a dudas muchas veces no nos merecemos ni lo poco que tenemos.

Ay, Camarón que estás en los cielos, glorificado sea tu nombre.