El director del centro marianista en una de las clases del colegio. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

«No ha habido voluntad para debatir sobre la educación»

El responsable del colegio marianista, que se marcha después del verano a Cuba, hace balance de sus seis años de gestión

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Por pudor o humildad, por ambos quizá, a Javier Anso no le gusta demasiado pensar en discursos de despedida. La suya se acerca, a finales de agosto dejará la dirección del Colegio San Felipe Neri para emprender un nuevo proyecto en Camagüey, Cuba. En cualquier caso, de tener que pronunciar algunas palabras que escenifiquen el adiós, el donostiarra tiene clarísimas dos: gracias y perdón.

-¿Qué trabajo desempeñará en la parroquia de Vertientes, en Camagüey?

-Forma parte de lo que no sé. Allí tenemos tres parroquias, yo no soy sacerdote, así que tendré que echar mano y participar de otra forma. Será algo diferente a lo que hago aquí, pero muy rico y bonito. Es una nación muy hermosa y los cubanos son muy admirables en su alegría, resistencia, creatividad. Echaré de menos Cádiz, pero mi corazón se ensancha...

-Han dicho de usted que es un lujo para Cádiz pero, ¿cómo le gustaría que le recordaran?

-He agradecido mucho esas palabras, pero supongo que habrá algunas personas que no estén conforme con mi trayectoria aquí en Cádiz. Cuando anuncié a los padres mi marcha ya lo dije. Dije gracias y perdón porque seguro que he hecho cosas mal o que me he dejado por hacer. Quiero que me recuerden como una persona que sin haber nacido aquí, la ciudad se ha apoderado de mí. Me he sentido bien, querido y acompañado y he podido desarrollar inquietudes mías.

-¿Qué imagen guarda de su llegada a Cádiz en 2006, después de 24 años de ausencia?

-Me sorprendió el que todavía había gente que me recordaba y la ilusión con la que me recibieron personas con las que tras mi marcha no había tenido demasiado contacto. La ilusión, la alegría, también la esperanza con la que me recibieron. Me insinuaron que éste era un colegio de niños rubios, pero yo contesté que entre todos, fuera cual fuera el color del pelo, íbamos a desarrollar un proyecto bonito. Este colegio, como cualquier otro imagino, tiene un lema, 'Juntos avanzando', y realmente creo que lo estamos consiguiendo. Yo solo he aportado algo, son solo seis años dentro de una historia de 120.

-¿Qué balance hace de su gestión?

-El balance es muy positivo. Ha sido una etapa de crecimiento personal, profesional, pero sobre todo ha sido muy importante a nivel relacional. He visto el cariño grandísimo con el que la familia intenta dar lo mejor al hijo, el sacrificio de los padres, y también de los hijos a ellos. He encontrado grandes profesionales, del primer al último departamento. Y me he encontrado una ciudad también dispuesta a acoger a un colegio que se pone a su disposición. Me he encontrado con personas con prejuicios con respecto a San Felipe, pero que a medida que la han conocido más los han ido cambiando.

-¿De qué se siente más orgulloso?

-A lo mejor no de cosas conseguidas, pero sí sembradas y que ves que van germinando un poco. Creo que he colaborado en continuar algo que ya existía, que era el sentido de unión en el colegio. Aquí se dice que cuesta sacar a los niños del patio... Estoy satisfecho de esa confianza. El papel de la asociación de padres y madres también es importante, ellos son corresponsables de la educación de sus hijos y sus voces cuentan mucho. Me he encontrado alumnos que están contentos en el colegio porque saben que son tenidos en cuenta y están acompañados. Me da tranquilidad saber que me voy habiendo contribuido a mantener este buen clima.

-¿Qué desafíos le han quedado por enfrentar?

-A nivel social ha bajado un poco el nivel de exigencia, responsabilidad y esfuerzo en el estudio. Eso me parece un desafío, tenemos que acompañar un poco a los alumnos para que se superen. Mi obsesión ha sido conseguir un mayor acercamiento entre la enseñanza pública y privada. A nivel de profesores es la misma, cada vez hay más conocimiento y trabajo en común. Erradicar los estereotipos sociales, una educación que parece enfrentada a la otra. Me hubiera gustado que hubiera habido más diálogo porque creo que tenemos que unirnos ya que somos todos iguales y ninguno tiene la clave absoluta.

-Con los recortes previstos, ¿en qué estado cree que queda la educación?

-Va a haber un tiempo con menos recursos económicos, va a haber que ajustarse y echarle imaginación y esfuerzo, la educación debe saber enseñar y acompañar a los jóvenes con más y con menos recursos. Creo que ya tenemos bastantes recursos didácticos, que hemos ido incorporando nuevos, es cierto que a la concertada le ha llegado menos que los que llegaban a la pública.

-¿Cree que este ajuste va a diferenciar más a ambos tipos de educación?

-No. Aunque haya habido manifestaciones que preconizaban eso, que los recursos de la pública se van a ir a la privada. Eso es incierto, porque los recortes afectan a unos y otros. Falta sosiego para darnos cuenta de que lo estamos pasando franqueamente mal, que es momento de apretarse el cinturón. Vamos a intentar que esta generación de la crissis se resienta lo más mínimo posible.

-Siempre ha dicho que marzo es el mes de la ilusión de los padres, pero también el de la desilusión... ¿El periodo de matriculación ha sido uno de sus momentos más difíciles?

-Sí, se pasa mal. La Administración andaluza debería haber atendido más al planteamiento de los padres. No plantarse, elegir la educación concertada no es un derecho absoluto, vale, pero tampoco es bueno plantarse. No habido espacio ni voluntad para debatir ese tema, para intentar dar la mejor educación y a ser posible de acuerdo a las propuestas personales de las familias. Cuando hay protestas es porque hay muchas ilusiones puestas en esa educación. Ha fallado serenidad para sentarse y ver cómo se puede arreglar. Quizá la Administración no ha sentido esa necesidad, yo lo he pedido, pero no he tenido eco.