Tribuna

Hay que vender Cádiz

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Este verano hay que vender la imagen de Cádiz. Hay que explotar sus playas que vuelven a tener banderas azules, hay que anunciar los conciertos, el carnaval iberoamericano y también el europeo si lo hay, y toda una programación veraniega que atraiga al máximo número de turistas posibles que estén dispuestos a dejarse aquí los cuartos. Pero sobre todo hay que vender a los de fuera, al turista de a pie, el Doce.

Durante meses, e incluso años, nos han intentado convencer de que este año es el año grande de Cádiz y que hasta dentro de otros cien años no vamos a tener ningún evento de gran relevancia para promocionar la ciudad. Por aquí han pasado ya diversas autoridades, presidentes de comunidades autónomas y hasta del gobierno de ambos lados del charco, aunque no hayan estado luego ni 24 horas en la ciudad. La alcaldesa por su parte también presume de haber hecho su labor de difusión por los países de la otra orilla y desde allí tienen una imagen bien distinta de lo que está ocurriendo aquí. Parece que todos han contribuido en difundir las bondades de la ciudad y de sus antepasados doceañistas para ganarse un puesto entre los lugares más visitados. Pero lo cierto es que las cifras de turistas no están variando mucho, si acaso por los congresistas que celebran sus reuniones con la excusa del Bicentenario aunque no sepan mucho de él.

A pesar de que este es el año grande de Cádiz, los reclamos turísticos siguen siendo los mismos: sol y playa. Y el Bicentenario se deja a un segundo plano. Como prueba de ello tan solo hay que acercarse a la plaza San Juan de Dios el día que llegue un crucero. Da igual la nacionalidad, si alemana, inglesa o americana, del turista que se le pregunte. Si le nombran la palabra Bicentenario ponen cara de póquer y siguen caminando. En sus mapas tienen marcados la Catedral, el museo, la Torre Tavira y hasta el Oratorio de San Felipe Neri pero siguen faltos de información acerca de lo que se está celebrando la ciudad.

Y es una pena, porque además del potencial de Cádiz como lugar de veraneo de sol, playa y buen tiempo, se pierde la potencialidad de un turismo que esté dispuesto a pasear y a perderse por la historia de una ciudad trimilenaria y doceañista como la nuestra.