Artículos

Semanas caribeñas

'Nada por aquí, nada por allá', y el truco del corporativismo judicial ha funcionado de nuevo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La gestión pública española ha aportado un buen puñado de conceptos al lenguaje popular -'gratis total', 'qué hay de lo mío', 'días moscosos', 'y tal y tal', 'amiguito del alma'- y acaba de inyectar otro hallazgo luminoso a ese acervo: 'semanas caribeñas'. El piadoso presidente del Tribunal Supremo es el responsable de popularizar esas 'semanas caribeñas' que consisten en trabajar de martes a jueves y alargar los findes cuatros días, o un poco más. El lenguaje es el retablo palabrero de un país de picaresca.

La doctrina del beatífico Dívar parece ser 'a Dios rogando y el cazo pasando' porque este funcionario público ha mantenido ese estilo de vida de rentista de Mayfair o de jubilado de Baden-Baden pero en el ejercicio del cargo y con dinero público. Todo un fenómeno. Hay facturas de veinte fines de semanas de cuatro días en Marbella en hoteles de cinco estrellas y restaurantes de alta cocina, con siete escoltas y un acompañante secreto. La ecuación es para nota: 20findes+Marbella+ lujo+secretos+dinero público. Hay sustancia para un escándalo, pero el escándalo requiere una sociedad con escrúpulos éticos en activo. En Alemania estaría en la calle; en Bostuana no. Es fácil deducir, tomando el eje Alemania y Bostuana, de dónde está más cerca España.

El escándalo de las 'semanas caribeñas' de Dívar, a cargo de unos contribuyentes con el sueldo más recortado que la Browning de Bonnie&Clyde, ya es oficialmente un 'no-escándalo'. Política y judicialmente ha quedado archivado. 'Cold case'. Ante todo la Fiscalía ha decidido que no hay que investigar; y esa es una medida absolutamente lógica. De lo contrario, bastaría una investigación elemental -cotejar facturas, agendas, interrogar escoltas y camareros- para hacer caer al presidente del Tribunal Supremo con estrépito desnudo. Solo no investigando se puede asegurar que no habrá imputación por malversación, dimisión, juicio y sentencia. Nada por aquí, nada por allá. El truco del corporativismo judicial ha funcionado de nuevo, bajo la consigna de AMDG: A Mayor Gloria de D.ívar. Por esas cifras los rateros van al trullo, pero a un ropón de guante blanco no se le toca.

Y políticamente también se ha dado carpetazo con las palabras del ministro de Justicia: «El Poder Judicial y Dívar han salido fortalecidos». Claro que sí: el presidente del Tribunal Supremo gasta dinero público en 'semanas caribeñas' a todo plan en Marbella, la Fiscalía le tapa el marronazo y la conclusión es que salen «fortalecidos». Este es un país estupendo a condición de no tener escrúpulos morales.

Y ahí queda eso. El presidente del Tribunal Supremo jugando al escondite con la Ley. Otro hito para la galería de retratos morales del país.