Ruido. Los moteros, aunque menos numerosos, trataron de seguir formando su fiesta. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

El mal tiempo y la crisis dan al traste con las previsiones de negocio de las Motos

La lluvia y la crisis hunden los beneficios de la gran fiesta de las motos, que ya no llena bares ni hoteles de la Bahía como otros años

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La Motorada de la decepción. La gran jornada de fiesta de las motos se saldó en la Bahía con más pena que gloria. El mal tiempo se alió con la crisis y los principales damnificados han sido los hosteleros. Salvo excepciones, los bares, restaurantes, cafeterías y pubs no han logrado colmar sus expectativas de ventas en un fin de semana que en otros tiempos fue dorado, pero que ha perdido lustre en los últimos años. Hoy, toda la atención se centrará en el Circuito de Jerez, y no pocos moteros harán el petate de vuelta a casa cuando termine la carrera dejando, con las neveras aún llenas a muchos negocios que dirán así adiós a la Motorada más pobre que se recuerda.

El sábado comenzó en El Puerto de la peor forma posible: con lluvia. Tras una noche animada para los bares de copas, el casco histórico de El Puerto, punto candente de la fiesta, no comenzó a caldearse hasta las dos de la tarde. Antes, el mercadillo de 'merchandising' motero que cada año se instala en el parque Calderón, estaba casi vacío. Y los tenderos, desesperados. «Hemos pagado casi mil euros al Ayuntamiento por estar tres días aquí. Así no podemos cubrir gastos ni llevar dinero a casa». «Es el ambiente más flojo que recuerdo. Supongo que el mal tiempo y la crisis tienen la culpa». Nosherwan Khan, procedente de Málaga, y Jesús Castillo, de Jaén, esperaban de brazos cruzados la llegada de clientes. En la Ribera del Marisco, totalmente cortada al tráfico, protestaba Juan José Benítez, del bar 'Échate pa´llá'. «No se puede precintar una ciudad entera. De momento no se ha vendido ni la cuarta parte que otros años. Todos hemos invertido para esto y cuando en Jerez hay conciertos y actividades para los moteros, aquí no se ha preparado nada». Benítez se refirió a la decisión que un año más ha mantenido el Ayuntamiento de El Puerto de cerrar al tráfico el casco histórico. Una restricción que este año no ha impuesto Jerez.

Pasadas las dos de la tarde comenzó a llenarse el 'parking' de Pozos Dulces, especialmente habilitado para los moteros. Francisco Javier Lázaro, de Toledo, llegó con unos amigos. «Es el año que más tranquilo veo El Puerto. Y muy pocas motos por la carretera». Otro grupo de Algeciras llegó con muchas ganas de vivir la fiesta. «Hay que hacerlo, aunque llueva. Es un día para disfrutar del ambiente motero», dijo Toni Lloret. Mientras el centro de la ciudad comenzaba, tímidamente, a rugir, el ambiente era desolador en la otra punta. Valdelagrana, que en otros tiempos fuera tomada por los moteros, ofrecía un aspecto similar al de cualquier fin de semana. Muchos bares vacíos y los que tenían más movimiento, con mesas libres. Críos en bicicleta por el paseo marítimo -que este año sí se ha mantenido abierto al tráfico- y chicas haciendo 'footing'. Algo impensable en los tiempos en que los moteros quemaban goma y soltaban los tubos de escape para recrearse en el estruendo de los motores.

Solo en la sobremesa, una vez concluidos los entrenamientos en el Circuito de Jerez, comenzaron a llegar con cuentagotas algunas motocicletas. Pero la movida se estaba despertando en otro punto clave: la avenida de Europa a la altura del centro comercial Bahía Mar. A partir de las siete de la tarde, comenzó el espectáculo que muchos curiosos, apostados junto a las vallas, esperaban desde hacía varias horas. Algunos moteros comenzaron a darse al placer de quemar rueda y hacer 'caballitos'. La presencia policial, con un dispositivo en el que se han desplegado más de trescientos agentes, disuadió a los más atrevidos y el nivel de 'malabarismos' no alcanzó al de motoradas anteriores.

Movida en Jerez

En Jerez, el frío, el agua y la adversa climatología quitaron protagonismo, y de qué manera, al rugir de los motores también en la ciudad. Poco ambiente motero y duro revés para los establecimientos hosteleros del centro de la ciudad y de las zonas de mayor tránsito de público. Muchos aficionados no quisieron perderse los entrenamientos oficiales en el Circuito. Fuera, la jornada del sábado se asemejaba más a una semana del mes cualquiera que a una cita de esta dimensión. Pese a todo, la alternancia de claros y nubes, junto con algunos rayos de sol, a mediodía despejaba el panorama para el ambiente vespertino y nocturno.

La apertura al centro de las dos ruedas está muy lejos de vivir su máximo esplendor y, pese a los esfuerzos del Ayuntamiento por concentrar actividades de ocio. Menos ambiente en general en Jerez por la lluvia y la crisis que, sin embargo, tuvo su mejor ración en las avenidas de Europa y Lola Flores. Sin duda, protagonistas a la hora de concentrar el mayor número de motoristas junto con la Avenida Álvaro Domecq. Calles cortada al tráfico y espacio libre para los moteros aunque de forma muy controlada. Pasada de revoluciones, olor a goma quemada, música, acelerones y mucho ambiente en estos rincones de Jerez, manchados a media tarde por la presencia de algún que otro chaparrón. Pero había ganas de fiesta y los que estaban no iban a permitir que el agua estropeara el espectáculo.