Angela Merkel conversa con el candidato a presidente, Joachim Gauck, en la sede de la cancillería en Berlín. :: EFE
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Los 'ossies' dirigen Alemania

A los 12 años de la reunificación, Gobierno y Presidencia quedan en manos de alemanes del Este

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Ella, la joven hija de un pastor protestante. Él, un teólogo luterano que combatía desde el frente político a la Alemania comunista. Ambos, dos 'ossies' de la exRDA -antiguos ciudadanos del este- deberán compartir por primera vez en la historia el mando del Estado germano surgido tras la reunificación y hoy líder de toda Europa. Angela Merkel como canciller y líder del Gobierno de coalición y Joachim Gauck como el futuro presidente propuesto por la oposición y ratificado ayer por la mandataria para devolver la dignidad a la simbólica jefatura del Estado que abandonó un ensombrecido Christian Wulff por un escándalo de corrupción.

Respaldado por los Verdes, el Partido Socialdemócrata e incluso por los liberales del FDP que gobiernan en coalición junto a la CDU, Gauck se alzó con un abrumador apoyo como el «candidato de consenso» que había reclamado la canciller este fin de semana. Pero el precio de su nominación fue el implícito reconocimiento de Merkel del error cometido cuando hace año y medio apostó en tercera vuelta por Wulff frente al pastor de 72 años.

Los diez años de Gauck como responsable del desmantelamiento de la Stasi -la temida Policía política de la exRDA- y de la conservación de su archivo pese a las amenazas y los intentos de los espías del régimen comunista por destruirlos le han hecho merecedor del cariño y el respeto de la sociedad germana. Su búsqueda de justicia, alejada del revanchismo político en pleno proceso de reunificación, resultó igualmente decisiva y le valió el reconocimiento de todos los partidos políticos. Como premio a la labor desempeñada durante la década de los 90 en pos de la reconciliación le fue entregada en 2000 la Gran Cruz Federal al Mérito, la máxima condecoración alemana.

Merkel no dudó en calificarle ayer como un «verdadero maestro de la democracia». «No olvidemos que tenemos religiosos como Gauck a los que agradecer el éxito de la revolución pacífica de Alemania del este», sostuvo la canciller en un mensaje en el que, por contraste, imperó el silencio por la dimisión de Wulff. Una apuesta que le ha pasado factura a la gobernante y ha hecho evidentes las tensiones imperantes en el Ejecutivo de coalición después de que el FDP desoyera a la mandataria y ofreciera su respaldo al aspirante de la oposición.

El 18 de marzo ha sido la fecha elegida por la Asamblea Federal para que Gauck se erija oficialmente en el nuevo jefe de Estado en una votación en la que se espera que se convierta en el presidente más votado de la historia. Solo el partido La Izquierda, el único excluido de la elección del candidato, votará previsiblemente en contra. Ese mismo día, pero de hace 22 años, el veterano pastor se estrenaba precisamnente en política en las primeras elecciones libres de la RDA al ser elegido diputado de los Verdes dentro de la Alianza-90.

Comienzos en política

Sus comienzos en política estuvieron fuertemente motivados por sus experiencias vividas cuando era apenas un niño. Entonces comprendió la crueldad del régimen comunista cuando su padre fue condenado a 50 años y deportado a Siberia por «actividades antisoviéticas y espionaje», según relata el propio Gauck en sus memorias. Regresó cuatro años más tarde, «desdentado y famélico», recuerda.

El marcado simbolismo que encierra la figura de Gauck contrasta con la deteriorada imagen del ya expresidente Wulff, sobre quien se multiplica la polémica. A las investigaciones de la Fiscalía de Hannover por haber disfrutado de unas vacaciones pagadas por un empresario en la exclusiva isla de Sylt y el crédito privado aceptado para adquirir una vivienda se suma una nueva controversia. Se trata de las numerosas críticas que ha provocado en el país el sueldo vitalicio de 200.000 euros al año que le corresponde, además de una oficina, una secretaria y un coche con chófer después de haber manchado la imagen de la jefatura del Estado.