El vandalismo en los parques infantiles cuesta 22.800 euros

El Ayuntamiento gastará más de 22.800 euros en reparar los daños causados por actos vandálicos sobre una veintena de parques infantiles ubicados en distintas zonas verdes y plazas de la ciudad. Estos juegos se encontraban clausurados por no cumplir la normativa legal, pero poco a poco se están abriendo al público.

El paseo de La Puntilla, los parques de La Paz, Europa, La Arboleda Perdida, Poniente, Vallealto, Pago de la Alhaja... y así hasta veintitrés espacios para el ocio y esparcimiento de los portuenses, han permanecido con las atracciones infantiles en desuso por su mal estado y por la falta de dinero en las arcas municipales para repararlos. La concejala de Medio Ambiente, Marta Rodríguez, explicó que en los últimos meses, al desgaste propio del uso se han sumado los daños causados deliberadamente por desaprensivos. «No había dinero para reparar los destrozos, pero tampoco para el mantenimiento de los que estaban bien, con lo que muchos parques infantiles que no presentaban problemas pasaron a incumplir la normativa vigente en materia de seguridad». Así, al no contar con todos los parabienes legales, estos equipamientos han permanecido cerrados durante largos periodos de tiempo. Y es que la entrada en vigor de las nuevas obligaciones, como el Decreto de la Junta de Andalucía 127/2001, ha sumado más exigencias a las condiciones de columpios, balancines, toboganes y demás atracciones. Por ello, los técnicos del área de Medio Ambiente realizaron un estudio mediante el cual se comprobó el grado de incumplimiento de las normas básicas. Las obras de puesta a punto fueron adjudicadas el pasado mes de noviembre a la empresa HPC Ibérica por un importe total de 48.242,98 euros. De este presupuesto, un 47,3% corresponde a los arreglos de los desperfectos provocados por el vandalismo.

Pero los parques infantiles no son el único blanco de las gamberradas. Por poner un ejemplo, el área de Mantenimiento Urbano gasta al año alrededor de 20.000 euros en limpiar las pintadas y los grafitis de edificios públicos y mobiliario urbano. Una actividad que no cesa, entre otras cosas, por la dificultad de la Policía para identificar a los autores.