AL PALO

WILLY SIN BALÓN

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Willy en La Candela diserta, asiente, discrepa, afirma y niega. Todo con esmero, respeto y juego limpio. Y con conocimiento de causa. El lugar es una especie de foro futbolístico donde además de comer de manera original se dan cita numerosos ex futbolistas que no tuvieron su lugar en los titulares de los periódicos pero sí en la memoria de los que pensamos que con la clase se nace. El fútbol-base de Jerez, que no es fértil en este sentido porque el Xerez no termina de tener proyecto creíble de cantera, curiosamente ha dado futbolistas profesionales a través del Flamenco y del Liberación, siendo por título (una Eurocopa) Dani Güiza su máximo exponente. Otros quedaron en el camino porque los senderos en la vida se bifurcan, y dejaron el caviar de sus botas en equipos humildes a los que entregaron su coraje y su rabia vital. Tal es el caso de Willy, creo que no ha nacido nadie capaz de enfadarse con él. Y no por pánfilo, que no es el caso, sino porque va de frente. Estas líneas hacen homenaje a la figura del futbolista de base que, por azar, por lesión o por ineptitud de los marchantes de arte (agentes futbolísticos), se quedó a las puertas del fútbol profesional. En la ciudad más o menos todos los que hemos estado en el perímetro del fútbol nos conocemos y también los usos y costumbres de clubes y aficiones. El caso de Willy es el de un luchador, el ejemplo de liderazgo en la cancha, en el vestuario y en la grada, algo que con los años vimos en Raúl y en Guardiola. Es la imagen de un creativo con el balón que no caía al suelo ni en un campo de minas. Pero además hacía lo más complicado, sin balón imponía su jerarquía de mediocampo adelante. Entre otros equipos, en el Guada, aún se recuerdan goles de falta y pases medidos. Los que compartimos patio de colegio nunca olvidamos sus caños y el «¡ponte ahora la sotana!».