LA PARCELITA

LAS COSAS DE CÁDIZ

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Aprovechando el espléndido día de puente del que hemos disfrutado el pasado martes, he tenido ocasión de visitar la exposición de la Casa Pinillos. La monumental escultura de José I a caballo en el patio no puede por menos que impresionar al visitante cuando llega y, tras recorrer las dependencias del palacete, recuperado para el Museo, nos tenemos que preguntar, sin lugar a dudas, cómo cambia la perspectiva de la historia a través de los tiempos. Para nosotros, los gaditanos, la figura de José I siempre había estado ligada a una buena cancioncilla popular que decía: «Pepe botella sube al despacho. No puedo que estoy borracho». El hermano de Napoleón, para nuestra historia, quedó como un rey usurpador que pasó arrasándolo todo hasta que se encontró con el bastión gaditano, que no pudo conquistar. Las batallas que se libraron en nuestro entorno supusieron el comienzo del final de su reinado y gracias a ellas el nombre de nuestra ciudad nunca fue esculpido en el Arco del Triunfo de la conocida Place de Charles de Gaulle de París. Por lo que hemos podido conocer ahora, José I, al llegar a Andalucía y pasar por Córdoba, Málaga y Granada, quedó embelesado con la riqueza monumental y artística de nuestras tierras. Al parecer era un gran amante de la cultura y el arte y pretendió, una vez que hubiéramos sido conquistados, engrandecer nuestro legado difundiéndolo al mundo culto de su época. El fracaso de su campaña militar lo impidió y tuvo que retirarse a su Francia natal sin haber culminado sus proyectos. Ahora, casi doscientos años después, ha conseguido entrar donde nunca pudo y, con motivo del bicentenario de nuestra Constitución, se le han abierto las puertas de nuestra historia. Lo tenemos ahí, en el patio de esta casa tan gaditana, que nunca pudo pisar pero que al final ha logrado conquistar. Esas son las cosas de Cádiz.