Economia

La UE somete a Italia a un interrogatorio y le exige nuevas medidas de ajuste

La misión de control de Bruselas urge a Roma a que emprenda «cuanto antes» todas las reformas prometidas a la Unión Europea

ROMA. Actualizado: Guardar
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Los mercados no han apreciado mucha claridad en la alambicada solución de Silvio Berlusconi para sacar a Italia de la crisis-dimisión sin fecha y tras un plan de reformas aún por concretar. ¿Resultado? Siguen sin ver soluciones y ayer se cebaron de nuevo con la deuda italiana, que superó la temida barrera del interés al 7%. La UE hace tiempo que es igual de escéptica con Berlusconi, y las presiones de los últimos meses para que haga algo no han servido, así que la última comunicación ha sido prácticamente policial, casi de cobrador del frac. Es un severo cuestionario enviado el viernes al ministro de Economía, Giulio Tremonti. Un interrogatorio con 39 preguntas precisas sobre retos económicos que Italia debe responder mañana a más tardar. Además añade una exigencia que redobla la presión: «Confirmar el compromiso a intervenir con medidas adicionales específicas en caso de deterioro del ciclo económico y del déficit, como la Comisión ya considera necesario para cumplir los objetivos fijados».

Leer el documento es como repasar la lista de las promesas incumplidas y las reformas fracasadas de los gobiernos italianos de los últimos veinte años. La primera petición retoma el impaciente acoso de la UE donde se dejó: «Indicar concreta y detalladamente en qué punto de aprobación o aplicación están todas las medidas prometidas en la carta del pasado 26 de octubre». La respuesta es fácil: en ningún punto. Fue la vaga carta de buenas intenciones que Berlusconi se sacó de la manga en la última cumbre de la UE ante su incapacidad para cumplir el ultimátum que tres días antes le dieron sus colegas. Casi le cuesta la caída del Gobierno por el veto de la Liga Norte a tocar las pensiones. Que sigue en pie.

Esas reformas son precisamente las que Berlusconi quiere aprobar en el Parlamento antes de dimitir, con el argumento de que calmarán a los mercados. Es una solución nebulosa que ha sido castigada tanto por los tiempos -el trámite iba para largo y solo a última hora de ayer se aceleró- como por los contenidos. Ayer por la tarde, con la que está cayendo, ni siquiera se sabían con certeza cuáles eran esas medidas. El Gobierno tenía que haber presentado el texto el lunes en el Senado, primera cámara donde tiene que ser aprobado, pero ayer seguían esperando. Por fin llegó hacia las seis, pergeñado con sufrimiento.

La UE también tiene prisa por saber los detalles. Sus preguntas en el cuestionario son de este tipo: «¿Cómo y cuándo se intervendrá en la liberalización de servicios postales, en la distribución de energía, de agua, en los transportes ferroviarios, autopistas y aeropuertos? ¿Se abolirán de verdad las barreras de acceso a las profesiones? ¿Por qué la carta no garantiza la abolición de las tarifas mínimas en los servicios profesionales?». Son las grandes cuestiones que Italia lleva años evitando, porque ante el más mínimo ensayo de afrontarlas se bloquea el país. El único intento liberalizador fue del Gobierno de Prodi en 2006, un proyecto que tras innumerables zancadillas tuvo como mayor logro flexibilizar el horario de las peluquerías. El interrogatorio también pone el dedo en la llaga de tabúes imposibles de derribar, como la reducción del número de parlamentarios (945 entre ambas cámaras, récord mundial), de desafíos bíblicos, como la simplificación burocrática, o de objetivos que el propio Berlusconi combate por sus propios intereses, como la reducción de los tiempos de la Justicia. A él siempre le ha interesado alargarlos para que prescriban los delitos imputados en sus procesos.

Mientras Italia busca una respuesta o una nueva treta para pasar el examen, ayer aterrizó en Roma la misión de control de la UE acordada en la cumbre del G-20 de la semana pasada. Encabezada por el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, quiere seguir de cerca la situación y volvió a pedir que se apliquen las reformas pactadas «cuanto antes». Esta iniciativa es paralela a la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI), medida inédita de vigilancia aceptada por Italia que arrancará a fin de mes.