EL RAYO VERDE

TIEMPO DE CAMPAÑA

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Las elecciones del 20N ya están lanzadas. De aquí a dos semanas nos encontraremos plantados ante la urna, con el voto en la mano, dispuestos al supremo 'momento democracia'. Nunca hubo un inicio de campaña tan deslucido ni un desenlace tan cantado, nunca tanta falta de confianza y exceso de miedo en el futuro inmediato, sacudido de manera constante por malas noticias económicas y peores proyecciones. Pero tampoco hasta ahora se recuerda un tiempo en el que hiciera tanta falta la política, entendida como la mejor gestión de los asuntos públicos en busca del bien común. Los partidos tienen ante sí el reto de responder a esta exigencia de soluciones rápidas y eficaces, que quizá sea excesiva. Estamos metidos en un lío fenomenal, que afecta al orden profundo de las cosas, y cualquier receta está tan llena de contraindicaciones que ofrece más incertidumbres que certezas. Quienes tengan la oportunidad de gobernar en esta coyuntura van a tener que vencer la tentación de brindar con cianuro, como decía Ignacio Camacho en uno de sus afortunados artículos.

El análisis vale igual para los representantes que elija la provincia de Cádiz, paradigma de la crisis y de la falta de horizontes La encuesta del CIS arroja un reparto de cinco diputados para el PP, su récord histórico, y tres para el PSOE, que alcanzaría así un mínimo también sin registros anteriores. Otros sondeos reservados, en poder del Partido Socialista, les dan menor distancia respecto al PP de la que arrojan los análisis demoscópicos nacionales (trece puntos de diferencia frente a quince), aunque en la particular quiniela de escaños en las Cortes hay quien no descarta que pierdan el tercer diputado. Todo dependerá de lo que consiga Izquierda Unida, que en el CIS sale claramente al alza en España, pero no en Cádiz. Si la coalición lograra un representante sería a costa de los socialistas. En caso contrario, es dificil que la sexta división de la Regla d'Hont del PP supere la tercera del PSOE. Oficialmente, Manuel Chaves, que realiza una campaña intensa por la que siempre ha sido su demarcación, ha cifrado su objetivo en cuatro diputados. La pérdida de un puesto, de nueve a ocho escaños por la provincia, puede favorecerle.

Mientras el PSOE se afana en hacer un discurso de resistencia al pesimismo, el PP guarda las máximas cautelas para no incurrir en ningún error que les detraiga votos. De ahí el cerrojazo informativo que practican en todas las escalas. La obsesión es no confiarse ni dar la batalla por ganada. No olvidan que, como decía Napoleón e incluso se ha aplicado al análisis del CIS, «siempre hay muchos que acuden en socorro del vencedor». Tampoco pueden dejar de reconocer que esta vez se lo han puesto muy fácil y van a poder saciar el «hambre de poder» de que hablaba Arenas. La cita andaluza queda a la vuelta de la esquina y un ojo de cada uno de los contendientes está puesto en las autonómicas y el posible vuelco.

En quince días se acabarán las excusas y habrá que afrontar soluciones para devolver la confianza a un país descacharrado. Difícil tarea.