MUNDO

La pesada carga del recuerdo

El aniversario de los ataques revive una fecha aciaga que Nueva York trata de superar sin olvidar a las víctimas

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La 'septembermanía' se ha apoderado de Nueva York. Una confusa mezcla de congoja y fastidio cuyo mejor tratamiento es simple, pero difícil de aplicar en fin de semana: apagar la televisión. Quienes no hayan huido ya a la paz del campo o la solitud de las montañas llegan demasiado tarde. Hoy será imposible ejercer la reflexión que sugiere la distancia de los diez años sin la manipulación emocional de la sobredosis mediática y social.

A Suzanne Present, una profesora del East Village, el virus le cogió por sorpresa el viernes. Puso la tele para desayunar y se quedó clavada en el asiento, mientras las imágenes y los testimonios de dos hermanos franceses que casualmente se encontraban el 11-S grabando un documental junto a las Torres Gemelas la transportaban de vuelta a esos momentos traumáticos. A partir de ahí no tendría descanso. Al llegar la noche se presentó atormentada ante su grupo de meditación. «Recordar, sí, lo entiendo, no debemos olvidar, pero, ¿es necesario que nos bombardeen así?», preguntó atribulada.

Su profesor de meditación, ajeno a la epidemia porque no tiene televisión, tampoco prestó mucha atención a su cuita. «¿Has visto el vídeo del billete de 20 dólares que cuando lo doblas de cierta manera aparecen las Torres Gemelas ardiendo?», preguntó. «Está dando vueltas por Internet, míralo». Como la aplicación para el iPhone que coloca en el paisaje la silueta de los edificios desaparecidos para que la gente se tome fotos con ellos.

A diez años de los atentados el paso del tiempo debería haber hecho su trabajo, pero una parte del mundo se empeña en evitarlo. Son precisamente aquellos que viven más lejos los que disfrutan de la morbosa recolección de olor a carne quemada, las calles desiertas y el clima apocalítico que con tanto éxito narran las superproducciones de Hollywood. Solo que en Nueva York era real y quienes lo cuentan son testigos directos.

Elizabeth Phelps, una psicóloga de la Universidad de Nueva York que ha estudiado la evolución de la memoria del 11-S en 3.000 sujetos, descubrió que cuando se les hace recordar los acontecimientos de ese día, los que vivían a cuatro kilómetros de las Torres Gemelas tienen mayor actividad en la amígdala cerebral que los que vivían alejados de ella. La amígdala es la parte del cerebro que registra las emociones, esa que la sobredosis mediática estimula estos días para entretenimiento del resto.

En 2001, septiembre ni siquiera había terminado cuando la audiencia de la CNN registraba ya una caída del 70% debido a su monotemática programación sobre los atentados, recuerda la revista 'New York' esta semana. «Lo destacable es cuánto ha superado nuestra ciudad esos traumas», observaba el autor del artículo, Frank Rich. «Para la mayoría de los estadounidenses, la nube se ha levantado».

En Estados Unidos rebelarse contra el 11-S todavía es como traicionar la memoria de las víctimas, pero incluso quienes vivían envenenados por el resentimiento encontraron en la muerte de Osama bin Laden el telón final de una película que les había obsesionado durante diez años. «Una vez que se acabó Bin Laden, también salió de nuestra vida política», observaba Rich. «El terrorismo ya no es tema de campaña».

Despliegue policial

Todo un desperdicio de capital político que resultó muy rentable a George W. Bush en sus ocho años de Gobierno. Pero para eso están las alertas terroristas, esas que el viernes por la noche quitaron el sueño a muchos neoyorquinos y ayer sábado atascaron todas las salidas de la Gran Manzana con el masivo despliegue policial.

Nueva York ya no está empapelada con los rostros de los desaparecidos que persiguieron a sus habitantes durante meses, pero sus miradas vuelven a la vida en cada exposición cultural que se abre estos días. Y mientras el alcalde, Michael Bloomberg, se ha propuesto que hoy no haya discursos en la Zona Cero para evitar la politización del acto; en cuanto George W. Bush y Barack Obama abandonen la ciudad y acabe de recitarse la lista de nombres, se intentarán solventar las diferencias en el espíritu perdido del 11-S.

A pocas manzanas, el Centro de Acción Internacional y una docena de organizaciones de justicia social han convocado una manifestación contra el racismo, la guerra y la intolerancia. En Washington Square habrá un púlpito abierto para que los espontáneos puedan expresar sus sentimientos y contar las historias que traigan en la cabeza, a modo de terapia de grupo.

El aniversario de la década trae la oportunidad de reflexiones más profundas sobre las oportunidades perdidas. La de aprovechar el momento en que el mundo se sensibilizó con EE UU y George W. Bush pudo haber cambiado el curso de la historia si hubiera sabido mantener ese espíritu. Pero como en su lugar inició dos guerras, el 11-S será recordado por la desproporcionada reacción de EE UU, según ha escrito David Rothkopf en la revista 'Foreign Policy'. Y Facebook o Twitter acabarán desplazando a las Torres, que se recuerdan hoy con dos haces luminosos. «¿Qué es más importante? ¿Tumbar el World Trade Center y matar a miles de inocentes o unir a 500 millones de personas como ha hecho Facebook? No tiene color», aseguró el experto.