Editorial

Últimos responsables

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La instrucción judicial del accidente del avión de Spanair en Barajas el 20 de agosto de 2008 está basándose en la hipótesis de que el fallo humano que probablemente fue el causante de la tragedia en la que murieron 154 personas no fue un error aislado de un técnico de mantenimiento sino la consecuencia de una dejación general de la compañía en materia de seguridad. En consecuencia con este criterio, el instructor, tras conocer las conclusiones del informe realizado por ocho peritos designados por él mismo, así como el informe realizado por un perito francés experto en accidentes aéreos, ha imputado a tres directivos de la empresa. Piensa que el fallo que habría detectado el técnico no era una avería aislada sino la manifestación de un fallo multifuncional que impedía que los pilotos se percataran de que la configuración del avión era inadecuada. Algo que pasó inadvertido por los defectos del modelo de mantenimiento de la compañía. Esta exigencia de responsabilidades por elevación es muy pedagógica porque obliga a los directivos de las empresas aéreas a ocuparse directa y personalmente de la seguridad de sus aviones.