El pontifical fue el preludio de la procesión de la Merced. :: EVA LINDBERG
Jerez

Jerez no te merece, Merced

La patrona de la ciudad vuelve a la Basílica tras una semana de cultos en la catedralCincuenta años hace que la Virgen de la Merced fue coronada y, sin duda, eran otros tiempos

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Comprobemos cuánto quiere Jerez a su Patrona. Esa reflexión se lleva haciendo semanas en los círculos cofrades, en el entorno de la calle Merced. Nunca por los padres mercedarios, enamorados de la Virgen y de su ciudad, pero sí en entornos mucho más cercanos de lo que ellos mismos pueden creer. Comprobemos qué devoción tiene la Merced cuando se aleja septiembre, qué interés suscita... Alejémosla de actos extraordinarios pomposos, de pregones, de cartelería... Pongamos su mirada, y poco más. Y descubramos qué siente Jerez por su Madre, la que lleva siglos velando por su ciudad.

Jerez no siente nada. Por nadie además, porque Jerez es apática y desagradecida. Una ciudad que solo sabe bailar sevillanas en feria, que nada más que anda en el camino, que solo vive su fe en Semana Santa. Una ciudad de contrastes, entregada en fecha y hora, pero desraizada de lo suyo gracias a una expansión urbanística que ha hecho a muchos olvidar dónde tiene Jerez su centro, su corazón, su alma. La Merced salió a la calle, y nadie la esperaba. Curioso, cuando Ella espera en su camarín siempre. Ya casi no nos acordamos de cuando la procesión de septiembre era el cortijo de un mercedario con altavoz, cuando nadie pintaba nada allí, cuando todo era clausura y silencio. Hoy, gracias al trabajo de Ismael y Felipe, las caras visibles de los mercedarios, la Merced es patrona de todos, madre de todos, mediadora de Jerez. Pero pocos lo han valorado.

Y eso ha ocurrido desde que el pasado lunes la Merced fue hasta la catedral, en un día laborable que fue la excusa perfecta para justificar la escasa asistencia de público. El Jerez cofrade, y poco más. Pero claro, si las cofradías son el sustento del cortejo de la procesión, si las hermandades llevan simpecados, y realizas, y guiones, haciendo eterno su amor por la patrona de la ciudad, poco quedaba en Jerez, un 28 de mayo, para llenar las calles al paso de la Virgen Santísima. Quizá sea hora de hacer balance, de hacer un análisis severo de todo lo ocurrido. Quizá los propios padres mercedarios comprendan ahora que quizá las cosas en torno a un cincuentenario haya que hacerlas de otra manera, quién sabe. Apostaron por la sencillez de María, por su humildad. Incluso el prelado de la ciudad robó la idea y la usó para su homilía. Pero hubo quien confundió sencillez con escasez, que no es lo mismo. Apenas hubo canónigos en la catedral... La patrona, repito, la patrona de la ciudad no presidía el altar mayor, en un nuevo gesto incomprensible del cabildo catedral. Pese al esfuerzo de la coral, que cantó de manera notable, muchos echaron en falta a la propia coral catedralicia, que nos tiene malacostumbrados a su calidad y su variedad. Detalles, al fin y al cabo, que hicieron de un día que se presumía grandioso, una jornada más en el calendario.

Es evidente que han faltado actos, o que no se han comunicado con la suficiente antelación. Es obvio que un pregón, un cartel, un ciclo de conferencias de primeros espadas, un concierto sacro, una banda de prestigio... Es obvio que todos estos detalles habrían ayudado a consolidar la presencia de la Merced en las calles de Jerez cuando el calendario ni siquiera intuye septiembre en sus vueltas.

Y así lo habrán vivido algunos. Pero los que allí estuvimos, sabemos que hemos sido parte de la historia de la ciudad. Sabemos que en la Merced Jerez tiene un tesoro de valor incalculable, y al que volverán sus hijos cuando menos lo esperemos. Los que participamos de la procesión, de una manera u otra, vivimos en primera persona la eterna sonrisa de Felipe e Ismael, su eterno agradecimiento a la ciudad, las facilidades que siempre han dado a la dirección de cofradía. Los que allí estuvimos sabemos que participamos del cincuentenario de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Merced. Los que pudimos mirarla a la cara, comprobamos que sí, que tenemos una joya por patrona y a una de las imágenes más singulares. Los que allí estuvimos, disfrutamos de la Merced, y nos sobró todo, absolutamente todo lo demás. Solo Ella... y Jerez. Al final, siempre... Solo Ella.