MILENIO

EMPLAZADOS

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Andamos enfrascados en un cambio histórico de proporciones desconocidas. Desde los recientes cambios políticos en la franja norte de África hasta Yemen y alcanzando ahora el comienzo de movilizaciones en el sur de Europa, comenzando por Andalucía. La juventud sureña del país está en la calle exigiendo "Democracia real, ya". Así, pues, entre unos y otros han pulverizado el añejo mito de la Revolución francesa como origen del cambio que más profundamente transformó la historia del mundo occidental.

Efectivamente, los sindicatos históricos UGT y CCOO, fieles siempre en las negociaciones con el poder económico o político con la llamada "política de pactos" han perdido las elecciones sindicales en beneficio del movimiento llamado Sindicato Andaluz de Funcionarios de la Junta de Andalucía (SAFJA), la nueva corriente del movimiento sindical que destroza, igualmente, la Ley de Reordenación del Sector Público andaluz, llamado popularmente el 'decretazo Griñán' o el 'Decreto del enchufismo'.

Paralelamente, las nuevas capas ciudadanas que se asoman al mercado laboral, pero sin accesos aceptables a tal vida productiva y profesional, están masivamente en la calle reclamando cambios en profundidad y desafiando la prohibición de diversas juntas electorales ante el llamado 'Día de reflexión', pórtico de las elecciones municipales que se celebrarán el próximo domingo.

La encrucijada no es para desdeñarla. Una vez más, pues, por la descuadrada realidad social se infiltran masas de descontentos que se abren paso por las ventanas mal encajadas del poder político y económico exigiendo oportunidades y tratos igualitarios para todos. Tendrán que sacudirse las conciencias muchos líderes y ejecutivos del poder político semiparalizado por la rutina del ordeno y mando en unas estructuras sociales que alientan el descontento popular.

Todos, pues, nos encontramos emplazados para introducir de inmediato en nuestras vidas privadas y colectivas, numerosas porciones de sentido común y voluntad de pactos vitales para la supervivencia. Ahora, es la sutileza, y no la contundencia, la que marca la línea a seguir para reencontrarnos todos con el sentido común y la vida colectiva.