MILENIO

CUESTIÓN DE TIEMPO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si tradicionalmente se ha admitido que Andalucía es una tierra de acogida, más de un hijo de la mítica Al Andalus se podría preguntar por las razones que han permitido que dos de los ex presidentes de la democracia española, Felipe González y José María Aznar, hayan sido reconocidos en Madrid con la medalla de oro de la ciudad en vez de una capital andaluza. Natural, Madrid es la capital de aquel imperio en el que 'no se pone el sol'. En realidad, González tiene una cuenta pendiente con Sevilla, o para ser más exactos, es la ciudad en la que nació la que tiene la cuenta sin cerrarla y pese a que en su presidencia logró que la Expo se celebrara en su ciudad, es la que tiene pretendidas cuitas sin revisar con él. Para mayor información, Felipe ni tiene presencia en el callejero. Cierta Sevilla de sacristía y agua bendecida ha venido negando sistemáticamente tal reconocimiento a González.

Al avispado regente municipalita de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, informado o no del desencuentro entre González y su ciudad, Híspalis en las lenguas remotas, se le ocurrió homenajear en Madrid a los dos ex presidentes más longevos en la habitabilidad monclovita. Por consiguiente, el sagaz Ruiz-Gallardón montó su ceremonial y quedó como un señor ante los dos exmandatarios y la selecta concurrencia al ceremonial.

En realidad, Ruiz-Gallardón escenificó una especie de encuentro entre las dos Españas irreconciliables dentro de un orden. Ambos próceres se mostraron mutuamente, pues, agradecidos y corteses con el adversario, lo que aprovechó el ilustre sevillano para ir acompañado por la protagonista de su nueva peripecia sentimental. La prensa rosa acabará devorando a la llamada prensa seria (¿), a la integrista, a la salpicada de agua bendita y a la añorante de las crónicas de las Cruzadas. Simple cuestión de tiempo.

Por lo menos que no nos arrebaten nuestro impecable pasado. Tendría que organizarse a nivel municipal una especie de quórum que sirviera para revisar y actualizar nuestra realidad pretérita como cultura abierta y guía de Occidente. Porque lo de la Unión Europea, tal como van las cosas desde una mirada andaluza, la cotidianidad que nos acoge es de una fragilidad que mejor es callarse.