EMPORIO DEL ORBE

SOUVENIRS

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Reconozcámoslo, somos gente hospitalaria y amable. Es por eso que a veces quién nos visita se queda tan impresionado con la ciudad y con nuestro buen hacer, que quiere llevarse un bonito recuerdo, un souvenir, más allá de la foto de la bajamar en La Caleta o del barquito de Casa Duran. Hay guiris que no dudan en arrancar placas de cualquier fachada con la intención de colocarla más tarde en el mueble bar de su saloncito y menos mal que siempre hay ciudadanía vigilante para hacerle desistir del objetivo expoliador. Cuánta importancia adquiere la acción ciudadana en estos momentos, sin su presión a duras penas se hubiese creado una comisión para investigar el paradero de Los Mojosos, la obra de Costus que lleva algo menos de dos mil días desaparecida de dependencias municipales. Pero volvamos a la conducta del señor viajero, que, aunque no deja de ser intolerable, sí requiere de cierto análisis; pónganse en la piel del señor o la señora visitante que esa mañana ha leído en la prensa una noticia sobre la enésima desaparición de farolas, o que quizá paseando por la plaza de Mina y al ver bases de bustos vacíos, pregunta por la figura que sostenían y como somos de naturaleza amable, se le explica que el Ayuntamiento lo retiró hace un tiempo para limpiarlo y que desde entonces poco se sabe de la pieza. Así, es posible entender que el viajero se sienta conmovido y piense que, si se lleva algo, o bien nadie lo echará en falta, o que al menos pasado un tiempo la ciudadanía se acostumbrará a la ausencia del objeto. Olvidé decirle algo que quizá sospechaba: no solo somos hospitalarios y amables, también tenemos la facultad de adaptarnos con suma facilidad a las ausencias.