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Igualdad, el último refugio

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El 'Anteproyecto de Ley Integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación' (el título de la cosa se come media columna, así que, desde ahora, lo vamos a llamar LIT, por Ley de Igualdad de Trato) sigue avanzando hacia el Congreso de los Diputados. Esta norma es, a mi entender, un perfecto resumen del zapaterismo en acción. En primer lugar, es una muestra palmaria de hiperlexis, la tendencia a legislar sobre todo, haga o no falta. En este caso, no hacía falta alguna: todos los derechos y garantías que se reconocen en la LIT ya existen y son judicialmente oponibles. Lo son porque la trasposición de las Directivas 2000/43 y 2000/78 que se hizo en la Ley 62/2003 los contempla de sobra. El problema es que esa norma se aprobó en tiempos de Aznar y, claro, no es lo mismo.

¿En qué se diferencia de la norma vigente? En dos aspectos. Uno, el que la LIT, infectada del intervencionismo marca de la casa, regula con ánimo exhaustivo los ámbitos en los que puede producirse la discriminación y se recrea en las sanciones, de hasta 500.000 euros, que pueden caerle al discriminador.

La otra diferencia, no menos característica, radica en la creación de un órgano de control y vigilancia, la pomposamente llamada Autoridad para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, con su presupuesto, sus asesores y todo lo que sea menester. Esta autoridad es «independiente» según el Anteproyecto. Tan independiente es que la nombra el Gobierno y no la puede cesar nadie. Apuntan algunos a que se trata de crear un cargo a la medida de Bibiana Aído. Eso es lo de menos. Lo de más es, por un lado, que no hace falta alguna, en un país con un Defensor del Pueblo y tantos Defensores regionales como Autonomías. Y, por otro lado, que es una desvergüenza de Guinness predicar la independencia de un órgano nombrado por el Gobierno y, aún más, superviviente de aquel.

Optimista impenitente, uno espera que en algún lugar, por ejemplo en el Consejo de Estado, se encienda alguna luz que obligue al Gobierno a reconsiderar este despropósito legislativo. Pero, al tiempo, considerando que la Sección Séptima del Alto Órgano consultivo, llamada a informar sobre la LIT, está presidida por la flamante Consejera Permanente doña María Teresa Fernández de la Vega, cabe albergar alguna duda razonable de que eso suceda. ¿Estamos ante un arma de distracción masiva para sacar de la agenda la crisis económica y provocar el rearme combativo de la izquierda? Es posible. Pero lejos de producir los frutos perseguidos, esta ley, si es aprobada, lo que va a provocar es un fenomenal atasco judicial, una pérdida de competitividad y hasta puede que más paro. Pero da igual. Porque se trata de otra cosa. Dejó escrito Samuel Johnson que el «patriotismo es el último refugio de un granuja». Me temo que aquí se quiere que la igualdad sirva de último refugio de un gobierno desahuciado.