CARTAS A LA DIRECTORA

El cielo depende de ti

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«El que busca el cielo en la Tierra es que se ha dormido en clase de geografía» Stanislao Jerzy Lec. Es el mensaje que me envoó el paquetito de azúcar cuando he tomado mi café matinal en el bar de la esquina, antes de empezar la jornada laboral. Y si bien lo primero que me ha provocado es una sonrisa, también me ha 'despertado' la reflexión sobre el particular.

Doy por hecho que se refiere el autor, con una buena dosis de ironía, al cielo espiritual-religioso, ya que el cielo físico, esa esfera azul que rodea nuestro planeta, está sobre nuestras cabezas.

Efectivamente, ese cielo, espiritual-religioso, morada de Dios y sus ángeles y santos y donde se desea ir, si se profesa fe cristiana, tras la vida 'de lágrimas' penada aquí en la tierra, no lo enseñaron en clase de geografía, sino de religión. ¡Y bien que se aseguraron de que no lo buscáramos, por imposible, en nuestra vida física! ¡Paciencia: primero tienes que morirte y después haber cumplido todos los mandamientos y requisitos 'divinos', con 'resignación cristiana', para ganar el premio del bienestar y felicidad infinitos en el Reino de los Cielos.

Con independencia de las creencias religiosas o la falta de ellas, de cada cual, consideremos al ser humano imagen y semejanza del Creador o una partícula casual del Big-Bang, afirmo que la persona tiene el mayor poder, su libertad personal, y la más poderosa herramienta, su mente, para hacer de su vida física una experiencia plena y maravillosa o, por el contrario, una angustiosa supervivencia de esfuerzos y lucha. Vivir el 'cielo' de todo lo bueno y querido o el 'infierno' de lo indeseable y doloroso.

Las circunstancias y las experiencias previas no deciden nuestra felicidad o desgracia. Al contrario, es resultado de nuestra actitud personal. Así lo han expresado y demostrado los maestros, filósofos y psicólogos de todos los tiempos. Los pensamientos que llenan nuestra mente a todas horas, convertidos en firmes creencias por repetición y que dan lugar a nuestras emociones y sentimientos, sí. Y lo mejor: mientras que las circunstancias y los hechos pueden estar fuera de nuestro control, pues no podemos decidirlas o suprimirlas, nuestros pensamientos son de nuestra entera competencia. Aunque no nos lo parezca, los pensamientos solo son ideas y las ideas se pueden cambiar. El truco está en saber que podemos y hacerlo usando, para ello, nuestra inteligencia física y emocional.

Es bastante difícil cambiar nuestras emociones, sobre todo las negativas, cuando las estamos viviendo de pleno, sin embargo, en el momento que tomemos conciencia de qué estamos pensando en ese momento, ya hemos cogido al toro por los cuernos. Podemos analizar, cuestionar, contrastar esos pensamientos, tomar otras opciones y alternativas, sacar nuestros recursos interiores y aplicar las habilidades necesarias. Y si no sabemos, aprendemos. Como secuencia lógica, nuestros sentimientos cambiarán.

Recordar que ahora, hoy, este preciso momento, es lo único que tenemos y que está en nuestro poder, elegir como vivirlo. Y ello dependerá de lo que creamos y pensemos de lo que nos ocurre y no de lo que ocurre en sí. Momento a momento vivimos nuestra vida. Disfrutarla y agradecerla será nuestro cielo, aquí, en cualquier punto del planeta, aún si nos saltamos alguna clase de geografía..